(De la obra “Canto a la vida” Ediciones – abril de 2010)
Por Helen Fares de Libbos.
Dios desprendía un hálito de sí mismo, creó la belleza y le dio su bendición.
Le dio la copa de la felicidad y le dijo: No bebas de esta copa hasta que hayas olvidado el pasado y el futuro porque la felicidad no es nada más que un momento pasajero.
Y él también le dio la copa de la tristeza y le dijo: Bebe de esta copa y pierda un instante en la vida porque la tristeza está siempre presente…
Y Dios le regaló de un amor y de una dulzura…
Y el Dios rió y lloró y se sintió abrumado de amor…
Mi Dios es la consciencia.
La consciencia es Dios.