De la obra “El museo de mi alma” (edición mayo de 2021)
Por Helen Fares de Libbos.
En el silencio de la noche, la sabiduría penetró en mi cuarto y se quedó de pie junto a mi lecho y me miró con la expresión de una madre cariñosa, enjuago mis lágrimas y me dijo: he escuchado los gemidos de tu alma y he venido a consolarte.
Ábreme tu corazón que yo lo llenare de Luz, pregúntame y yo to mostrare el camino de la verdad.
Atendí su indicación y le pregunté: ¿Quién soy yo y cómo llegue a este Lugar de horrores?
¿Qué son estas inmensas esperanzas, estas montarías de libros y estas extrañas figuras?
¿Qué son estos pensamientos que vienen y van como bandadas de palomas?
¿Qué son estas palabras que articulamos con deseo y escribimos con alegría?
¿Qué son estas tristes y gozosas conclusiones que abrazan mi alma y envuelven mi corazón?
¿De quién son estos ojos que me miran y taladran hasta los rincones más oscuros de mi alma, sin embargo, no se ocupan de mi pena?
¿Qué es este mundo horrible y a qué tierra desconocida me lleva?
Dímelo, sabiduría ¿qué son todas estas cosas?
Y la sabiduría abrió sus labios y habló: yo soy capaz de ver el mundo con los ojos de Dios y captar los secretos del más allá a través del pensamiento humano.
Este es el fruto de la ignorancia.