No escribo para vivir, vivo para escribir


EL TRABAJO

(De la obra “Canto a la vida” edición abril 2010)

Por Helen Fares de Libbos.

Hablemos del trabajo. El trabajo es para seguir el ritmo de la Tierra y el alma de la Tierra.

El trabajo es la ley de la vida que marcha en amistad y sumisión orgullosa hacia el infinito.

Cuando trabajábamos cantábamos con el corazón y las horas se convertían en música.

En cambio, ahora, en el trabajo fuman toman y las horas se convierten en cansancio sin fuerza.

Hoy en día, dicen siempre que el trabajo es una maldición y la labor una desgracia.

Pero yo he dicho siempre que el trabajo es un sueño de la Tierra asignado a nosotros cuando ese sueño fue nacido.

El trabajo en realidad es amar la vida y amarla por medio del trabajo, es estar muy cerca al secreto de la vida.

Yo respondo que nada más que el sudor de nuestra frente lavará lo que está escrito.

Yo digo que la vida es en verdad oscuridad cuando no hay un impulso.

Y todo impulso es ciego cuando no hay conocimiento.

Y todo trabajo es vacío cuando no hay amor.

Y cuando trabajas con amor, se une con nosotros mismos, con los otros y con Dios.

¿Qué es trabajar con amor? Es tejer la tela con hilo y bordar, estar activo en cada instante y con amor.

Es construir una casa con afecto, como si nuestros amados hijos vivieran en ella.

Es plantar semillas con ternura y cosechar, y hacer todo con mucho amor y todo con bendición.

A menudo he oído decir como si fuera un sueño que el que trabaja en mármol encuentra la forma de su propia alma en la piedra, y es más noble que el que labra la tierra.

Y si cantas como los ángeles, pero no amas el canto, sino que te da solamente disgusto, es mejor dejar de cantar. La música levanta el ánimo a los débiles.

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