Por: Laila Libbos
Querido y estimado padre Adrián, eres como un hermano, admiro tu trabajo en beneficio de la comunidad, pero a pesar de eso, no conozco la clase de sacrificio personal que te vaya a exigir la vida, pero debes hacerlo con respeto para con los demás y a tu propio carácter.
Eres tan capaz que podrás construir caminos y aprender a llevar tu propia carga, con paciencia y sin renegar de ti.
Dale gracias a Dios porque sabes que él existe, y por tener las diferentes formas de sentirte de su presencia y por estar sano entre muchas personas que no lo están.
Es ahí, cuando puedes mirar desde adentro, pero debes tener mucho cuidado de no perder tu horizonte, sin pasarte de los límites, porque, de hacerlo, podrías verte cual paralítico, dominado por el mundo y sus placeres, hacer las cosas con cautela para que tu forma de ser no te cause ningún problema, mucho menos que no los puedas soportar.