Por Fernando José Calderón España.
(Especialista en Opinión Pública y Mercadeo Política, U. Javeriana. No es vanidad, fue lo que estudié)
Los profesionales de la política y los medios de comunicación convertidos en activistas políticos a ultranza están tan distantes del pueblo que no conocen las evoluciones en su comportamiento cuando éste no tiene origen en las costumbres, sino en la conciencia.
Es por eso que se equivocan en sus “ofertas políticas”, los primeros, y en la interpretación acomodada de los eventos emanados de esas propuestas, llamadas anteriormente “plataformas políticas”, los segundos.
La manera repetitiva de plantear una ambición de poder, sin renovación en su contenido de forma y fondo, sin descifrar las nuevas aspiraciones y la maduración del elector, producto de la transformación mental del mismo ha envejecido, marchitado y caducado sin que sus mentores se hayan dado cuenta.
En el actual debate electoral seguir hablando del enfrentamiento guerra y paz, del acuerdo entre la institucionalidad y la rebeldía en armas que disminuyó la acción violenta de un grupo que se había convertido en mito, destruyendo de paso el mito, ha cobrado su precio alto. Solo basta observar el fracaso de Óscar Iván Zuluaga, otrora serio aspirante a ocupar el primer empleo del país cuando basó su oferta en una retórica con lenguas de fuego contra el Acuerdo de Paz. Al final tuvo que rendirse a los pies de una antípoda de su personalidad adusta, sería y a veces ingenua.
Quien abandera la causa de una monotonía corrupta que ha vivido del presupuesto nacional desde hace 20 décadas comenzó hablando de “democracia y libertades”, dos abstracciones que por no verse son tan insulsas como ahuyentadoras de audiencia. Alguien le dijo que esas dos motivaciones no “vendian” y las cambió por “orden y oportunidades”, otras dos concepciones para la contemplación.
Mientras tanto, quien representa un cambio para que, por fin, (¡!) se produzca la anhelada redistribución del ingreso entre todos los colombianos, sin excepción alguna, lanza todos los días propuestas concretas que aunque generen controversia están basadas en la realidad que es la que vivimos.
Que el cese programado de la exploración, que el sistema pensional, que la comunicación ferroviaria entre las dos costas, que la expropiación de tierras ociosas y baldíos con dueño, que una educación ambiciosa para el pueblo, que el perdón social son propuestas con solidez que causaron el rechazo de los “propietarios del poder”, eternizados a través de una heredad proporcionada por la consanguinidad, por la filiación, por la afiliación y la adhesión, o por la afinidad y hasta la lealtad.
El rechazo de perro rabioso cuando pierde su hueso de roer, -como en la película de Kurosawa de 1949, en donde le roban la pistola a un detective- produjo un efecto concitador y el sentimiento de que algo estaba haciendo bien el proponente que generó esa enfermiza rabia, tan fatal, como la de los canes que la padecen. Y el perro está en la instancia última, como el paciente católico en la extremaunción.
Hoy, afloraron las manipulaciones de los datos que producen las encuestas o sondeos, que son trabajos de averiguación sobre la opinión electoral de la gente. La misma gente que se ha ido convirtiendo, a estas alturas de la vida política de nuestra nación, en una masa más consciente producto de su lucha de generaciones por acceder a la educación, asi sea de garaje, tan esquiva para la mayoría. El DANE informó, recientemente, que la falta de educación es la base de la pobreza en Colombia.
Dichas manipulaciones o tergiversaciones en la interpretación de los resultados tratan de hacer aparecer al candidato de “la tradición con flecos” en avances insospechados que son “patadas de ahogado”.
Pero, el pueblo consultado que responde las averiguaciones sobre las intenciones de su decisión final no ha caído en la trampa y cada vez se ratifica o aumentan los ciudadanos que quieren expresar lo que su conciencia les dicte.
La aparición de las redes sociales cómo han servido para develar esas acciones manipuladoras de los profesionales de la política y de los medios de comunicación comprometidos en la permanencia de las malas costumbres del poder. Las personas hoy han aprendido a combatir hasta las noticias mentirosas que se toman a diario a las mismas redes. Y eso es aprendizaje, conciencia y rechazo a un masificación que antes idiotizaba a los seres humanos.
Que los estrategas de la oficialidad se sigan equivocando.