ASÍ PASÓ | 1975: LIMA, SE VA VELASCO

Así pasó

Por Jairo Ruiz Clavijo

No echado, pero se va enfermo, mutilado y desalentado, el general Juan Velasco Alvarado abandona la presidencia del Perú.

El Perú que deja es menos injusto que el que encontró: en él se batió contra los monopolios imperiales y los señores feudales e intentó que los indios dejaran de ser unos desterrados en su tierra.

Los indios, aguantadores como el tiempo, continúan esperando que llegue su día.

Alvarado ordenó, por decreto, que la lengua quechua tenga los mismos derechos que la lengua española y es tan oficial como ella; pero ningún funcionario reconoce ese decreto, ni lo aplica ningún juez, ni policía ni maestro. La Academia de la Lengua Quechua recibe un subsidio del Estado.

Ese subsidio equivale a seis dólares con setenta y cinco centavos POR AÑO.

Y el pueblo peruano sigue siendo de mayoría quechua. Al contrario de lo ocurrido en Norteamérica y en muchos países latinoamericanos, los indígenas no han podido ser exterminados ni van camino a la extinción.

Vale la pena destacar los ocurrido en el Perú durante ese periodo de 1968 a 1975 bajo una dictadura militar progresista que promovía la participación de los sectores menos favorecidos: Se partía de la premisa de que el principal problema del país era un subdesarrollo y que este se debía principalmente a la dependencia externa y al dominio de los gamonales. Velasco Alvarado trató de hacer una revolución “desde arriba” aprovechando el desprestigio y decadencia de los partidos tradicionales a los cuales acusaba de ser otro instrumento de dominación de la clase dirigente.

El trató de crear un organismo estatal que promoviera las reformas que mas convenían a los indígenas y a la clase trabajadora del país, pero el exceso de burocracia dificultaba su acción y lo llevó a cometer errores los cuales fueron aprovechados por el APRA y la democracia cristiana para socavar su acción.

En el Perú, a diferencia de la mayoría de Latinoamérica, los militares son mas progresistas y menos instrumentos de lo que acá llaman “las fuerzas del orden”.

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