Por Myriam Manosalva | 27/06/2021.
La muerte es, por excelencia, uno de los más grandes temores del ser humano, independiente de la forma en que esta llegue para finalizar la vida. Pero existen unas que pueden ser particularmente crueles y desgarradoras. Determinar qué muerte es peor es muy complejo, dado que se tendría que pasar por esta experiencia para saberlo. Esto ya no es necesario, pues un equipo de investigación se dio a la tarea de determinar cuáles son las peores maneras de morir.
El científico Paul Doherty y el escritor Cody Cassidy se tomaron en serio esta inquietud y se adentraron en esta exploración que dio a luz al libro “And then you’re dead: What Really Happens If You Get Swallowed by a Whale, Are Shot from a Cannon, or Go Barreling over Niagara”, donde explican de manera detallada cada una de estas horripilantes muertes.
Como en un capítulo más del clásico programa de la década de los 2.000; ‘Mil maneras de morir’, hoy enumeraremos algunas de las más cruentas formas en las que la vida se nos puede ir de las manos, según la ciencia.
Desollamiento: Desollar o, en palabras más simples, arrancar la piel del cuerpo; es un método de tortura milenario usado en culturas como la Azteca, a manera de sacrificio humano, también se usó en la Europa medieval para ejecutar a traidores. El método por lo general consiste en realizar un corte certero para alargar la vida de la víctima el mayor tiempo posible, mientras se retira delicadamente cada centímetro de piel, que deberá salir intacta. La causa de muerte en este caso puede ser el desangramiento y el shock (La irrigación sanguínea no llega a los órganos). Si el acto era realizado por un desollador experto, este podía conseguir que el individuo permaneciera con vida durante días, hasta derramar la última gota de sangre.
Inanición: O morir de hambre, es una forma lenta de fallecer en la que la ausencia de alimento lleva al cuerpo a un estado de extrema debilidad física. Ante la falta de comida, el cuerpo absorbe las existencias de grasa almacenadas en el mismo, hasta consumir los músculos. El sistema inmunológico falla y se presenta un bloqueo de las diferentes áreas del cuerpo, entre ellas el corazón, ya que el paro cardiaco puede ser una de las causas de muerte en estas circunstancias.
Consumido por las llamas: Ser quemado vivo es un hecho que no se le desea a nadie, pues el cuerpo se ve sometido a una cocción lenta de afuera hacia adentro, la piel se pela, los músculos se incineran y los órganos hierven y pueden incluso descomponerse de manera rápida dentro de la víctima. Los ojos pueden hervir hasta la ceguera. Aquí la muerte es ocasionada por asfixia, desangramiento, shock o dolor, en medio de intentos infructuosos por sobrevivir.
Atrapado en un ascensor que cae: Si la persona no adopta la medida de tumbarse al piso para disminuir el impacto de la caída, los órganos pueden salir arrojados del cuerpo por la parte inferior y las extremidades pueden romperse por la contundencia del descenso. Algunas personas fallecen por el golpe seco del cable que sostiene al elevador tras el impacto. Dependiendo de la altura y velocidad de la caída, la persona puede tener apenas unos segundos de conciencia sobre la llegada de su muerte.
Disuelto en piscina volcánica: Existen varias de estas en el mundo y aunque son toda una maravilla natural, acercárseles podría ser el peor error, si desea preservar su vida. Esta muerte es dada por heridas de tercer grado, que dañan las tres capas de la piel hasta desgarrarse, la grasa subcutánea se desvanece, eliminando de tajo las terminaciones nerviosas ocasionando la pérdida de la sensibilidad, eliminando el dolor. Se puede morir por el choque térmico extremo y el desangramiento. El cuerpo puede desaparecer por completo en un término menor a las 24 horas, donde se evapora incluso hasta el esqueleto.
Por la mordedura de un boomslang: Esta es la culebra arborícola de El Cabo, que usualmente no ataca a menos que se sienta amenazada. El experto en reptiles Karl P. Schmidt fue mordido en el pulgar izquierdo y mientras fallecía documentó su experiencia, indicó que sintió escalofríos, temblores, ardor, sangró por todos los orificios de su cuerpo y vomitó. Schmidt falleció por parálisis respiratoria cuando su corazón y cerebro comenzaron a sangrar también.
Sería mejor morir, aunque nadie lo desea, sin sentir.