No escribo para vivir, vivo para escribir

Y CUANDO LA DUDA ES UN DOLOR, PRODUCE LA SOLEDAD

(De la obra “Canto a la vida” 1° edición abril 2010)

Por Helen Fares Libbos.

Soy una extraña a mí misma y cuando oigo hablar en mi propia lengua, las lenguas que aprendí en los tres países Kuwei, Líbano y Colombia: árabe, francés y español, mis oídos se asombran de mi voz; veo a mí ser interior sonriendo, llorando y desafiando.

Y mi existencia se pregunta sobre mí sustancia y mi alma pregunta a mi corazón quién soy yo.

Me quedo en un silencio tremendo.

Soy una extraña de pensamiento, son extraños a mi cuerpo y al colocarme delante del espejo veo algo en mi rostro que mi alma interrogada a mi corazón y lo que más amo es construir edificios, amo el cemento y la arena y los paisajes de este país hermoso, Colombia.

Y cuando camino en las calles, en la hermosa ciudad de Bogotá, disfruto su construcción y su paisaje que es lo que más me llena de felicidad.

Soy una extraña en este mundo. Recorrí pueblos y ciudades puerta a puerta, construyendo, casas, edificios, locales y estaciones de servicio de gasolina y siempre con buenas ideas y sin plata.

Mi visión es el trabajo, no la plata. Nadie de mi familia quiso entenderme ni escuchar mis pensamientos.

Cuando salgo a encontrar la luz, la sombra de mi cuerpo me persigue, pero la sombra de mi espíritu me guía hacia un lugar desconocido, buscando cosas más allá de mi entendimiento y haciendo objetos que no tienen sentido para mí, cuando la marea se nivela regreso y cuando la duda es un dolor produce soledad.

Mi abuela contaba los cuentos de fantasmas, a media noche, los fantasmas de los siglos pasados y los espíritus de la olvidada civilización entran por el zarzo a visitarla y cuando prendía una vela, desaparecían como bruma que flota sobre el lago.

Soy una extraña en este mundo y no hay nadie en el universo que entienda mi lenguaje.

Soy una extraña en este mundo…

Soy una poeta que compone lo que la vida me ofrece. Escribo con dolor y escribo en dolor lo que la vida compone. Por esta razón, soy una extraña y permaneceré una extraña hasta que las blancas y amistosas olas de la muerte me lleven a mi hogar en mi hermoso País, allí donde hay paz esperaré a los otros extraños.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *