No escribo para vivir, vivo para escribir


MI FAMILIA MATERNA

(De la obra “Conversaciones en la soledad” Edición julio 2011)

Por Helen Fares de Libbos

Me gustan los personajes que están perdidos en una lucha con ellos mismos y cargados de fuerza por las decisiones que tomaron…

Un ejemplo es la relevancia de la religión, es profunda en la historia del amor: ¿Estaba buscando esa relación entre mi pasado y sus raíces judías al escribir un libro?

No soy una persona fanática, pero fui criada en la tradición mitad judía y mitad católica.
Su historia, sus historias, su humor, todo eso estaba en mi sangre por el abuelo de mi mamá que era italiano judío, y la sangre de la mujer pasa a través de muchas generaciones en la atmósfera que respira.

Cuando escribía me llegó al pensamiento la idea de buscar mis antepasados de parte de mi mamá y de mi abuela ahora que voy a viajar al Líbano.

Escribí acerca del viaje de mi papá a Nimes en el sur de Francia, escribí la historia de mi familia, de mi papá y de la única tía que se casó en el Líbano con un coronel del ejército francés.

Los franceses fueron los aliados de los libaneses durante mucho tiempo, de 1919 a 1948.
Cuando terminé el libro tuve una especie de revelación tenía preocupaciones sobre mi propia familia.
Tenía que enfrentar un personaje, tenía que inventarme una segunda vida y así llegó la historia de mis dos abuelos católicos y judíos, debido a la segunda guerra mundial.

Me sorprende que, aunque hice todo lo posible por no escribirla finalmente, lo hice y me di cuenta de mi suerte y de que no tenía sentido darle la espalda a mi pasado, llegar allí en la historia del amor fue como abrazar a la familia de dónde vengo.

Cuando me gané en un bingo el libro de García Márquez “Cien años de soledad”, me di cuenta que ese libro era sobre la nostalgia. No conocía ni siquiera la palabra, pero en el instante en que entendí su significado tuve esa revelación que se siente al encajar, en una palabra, lo que has sentido toda la vida.

Fue extraordinario cuando llegó el momento de sentarme y escribir sobre esta palabra, me pregunté qué pasaría si el protagonista no regresaba y cuál sería la solución a la nostalgia…
Pensé: ¿si la memoria fuera libre en esta nueva vida?
Pero rápidamente me di cuenta de que era una especie de prisión, porque la memoria es nuestra conexión con los otros, nuestra capacidad de ser compulsivos y todo empezó por este sentimiento de querer escapar de la nostalgia…

Encontrar en el camino un universo cargado de silencios y dolores de ingenuidad y soledad, de belleza que irá construyéndose como un rompecabezas.

Esta historia queda pendiente…

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