EL CACAS, EL RESENTIDO, EL GUERRILLERO, EL TERRORISTA, EL ASESINO

Por Rafael Chavarro Medina

Gustavo Petro -como no lo puede ningún estadista, ni ningún hombre- no ostenta la garantía del futuro de este pueblo colombiano. Pero es el único que se atrevió a luchar con la asombrosa constancia y supervivencia de 40 años, contra este deteriorado estado de cosas que soportamos estoicamente. El único que ha llegado para intentar procesos distintos a los aplicados en estos 200 años de penuria nacional. Uno de los pocos legisladores que intentó y forzó una lucha cierta contra la debacle de la corrupción. Y el único que, siguiendo una ruta coherente, arriesgada y decididamente valerosa, ha llegado a la presidencia de la república, así no lo haya logrado con el poder real, fáctico, decididor. Apenas ha arribado al solio del más alto gobierno.

El poder real, se arrellana en los regazos complacientes de algunos grandes empresarios del tráfico de todo; en los clanes y élites que han logrado predominio absoluto sobre cada actuar que genere réditos financieros y coloque a sus pies los beneficios inauditos que rinden los dineros públicos aherrojados a sus mecanismos dolosos ya habituales y sobre el poder supérstite de las fuerzas armadas. El sistema financiero termina siendo el engranaje que hace posible todo este entramado excluyente y supremacista.

La némesis de este esquema de perversión administrativa, logró imponernos 20 años de gobierno del paramilitarismo y el narcotráfico. Y es este poder omnímodo y enquistado con violencia en la mentalidad colombiana, el que aún intenta imponerse para evitar ser separado del poder real que domina férreamente.

Pues bien. Solamente un hombre, acompañado ocasionalmente de algunas adhesiones, objeto de muchas condenas, perseguido sin tregua y señalado de todos los delitos, ha sido el que se atrevió desde hace 40 años a desafiar tan inmensos poderes, tan lisonjeras ofertas de beneficios, tan graves amenazas y tan reales como vejatorios encarcelamientos.

A este luchador y ganador meritorio, quieren algunos reducirlo a calificativos vergonzosos, no para él, que ya ha dejado claro que nada de esto le es endilgable, sino para quienes, utilizándolos arteramente, solo revelan ignorancia y muy bajas calidades humanas.

El Cacas. El Resentido. El Guerrillero. El Terrorista. El Asesino.

Ese hombre, venciendo imposibilidades, asedios políticos, sociales y económicos, condenas jurídicas improvisadas y mentirosas, está hoy en el sitial de presidente.

Y no está generando ninguna ordalía comunista; ni está siquiera dando un viraje extremo hacia la izquierda, como mencionan interesadamente alarmados, algunos periodistas y casi todos los medios de difusión que han medrado desde siempre en este ambiente de podredumbre; ni impone políticas expropiatorias de tierras, aunque si intenta una tímida reforma agraria que devuelva la paz a Colombia.

También propone un cambio de manejo de los inmensos recursos financieros que desde el gobierno de la ley 100, se le birlan a este país convirtiéndolos, por arte de birle-birloque, en recursos privados o en apalancadores de grandes negociados.

De toda la violenta ordalía persecutoria contra Petro, quizás tan solo dos calificativos se avienen a la verdad y al rigor biográfico: fue guerrillero. Y es marxista.

La verdad y al rigor biográfico: fue guerrillero. Y es marxista.

El hecho de que haya sido, y ya no sea, define totalmente toda prevención. Abrazó hace ya 30 años, la causa y los instrumentos democráticos. ¡Qué duda cabe!

Para quienes obcecadamente recurren al calificativo de guerrillero, para demeritarlo, cabe la invitación a entender las dinámicas de la historia. Un guerrillero es un agente subvertor de concepciones o modelos políticos, con su carga económica, social y educativa. Esa respuesta a factores impositivos inaceptables para algunos y objetivamente lesivos, es reconocida, aceptada y contemplada en diversas religiones, en todo el espectro sociológico occidental y en muchas leyes y constituciones.

Jesús de Nazareth fue condenado a muerte por Pilatos, gobernador delegado de Roma, como rebelde político, suponiéndolo perteneciente al movimiento nacionalista más radical del judaísmo, los zelotes. Valga mencionar que su poderoso mensaje no buscaba métodos terrenales, pero esto no fue comprendido entonces por Roma, ni por los mismos judíos, siendo el resultado escueto, que se le juzgó y condenó por subversivo. Por guerrillero, así ofenda a nuestros castos oídos.

También fueron subversores de sus entornos políticos, Simón Bolívar, Mahatma Gandhi, Nelson Mandela y otros grandes de la historia del mundo.

Solo temo que, a partir de ahora, ustedes decidan suprimir el honroso título de Guerrillero para Gustavo Petro, tan solo para privarle del mérito enorme y del reconocimiento heroico que tal dimensión humana pueda conferirle.

Gustavo Petro puede llegar a ser mucho más de lo que estamos dispuestos a concederle. Es un gobernante con altas calificaciones académicas y también autodidactas, porque se mete de cabeza a estudiar y comprender los grandes problemas del mundo de hoy.

Solo nos queda esperar, que no se le constriña hasta el extremo de llevar la situación colombiana a un estado político policiaco y se le permita recorrer el camino democrático.

NOTA:
No voy a referirme in extensus, a la sorprendente dimensión académica internacional que Gustavo Petro ha dado a nuestro País, en su rol de presidente. Pero al mencionar algunos de esos logros, podemos esperar que -superando el impresionante encono que algunos le profesan- antes de crucificarlo, intenten conocerlo. Seamos racionales y maduros.

Unánime y entusiasta aprobación de sus propuestas de transición energética, presentadas a la comunidad internacional, ante los gurús mundiales del tema, durante la Cumbre Mundial de Cambio Climático, COP 27, en Egipto.

Su ovacionada y altamente técnica conferencia sobre el mismo tema, en la Universidad de Stanford, uno de los Centros de Pensamiento más importantes del mundo.

El respaldo absoluto de EE.UU. al Cambio de Deuda por Acción Climática, que rebasando su objetivo inmediato medio ambiental, busca generar los recursos que nos hagan posible la transición energética y las posibilidades de inversión social.

La elevada calificación que concedió el FMI, a las medidas económicas que está implementando este gobierno, así como a su sorprendente preparación de políticas y recursos que harán posible un elevado cubrimiento de inversión social.

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