Cuando el Cauca era el Cauca; lleno de vida, en sus aguas acuatizaban hidroaviones, navegaban barcos con pasajeros y carga, además de champanes (no botellas, esas flotan y hacen flotar), embarcaciones que servían para trasportar alimentos y maderas formadas por guaduas u otra clase de maderas amarradas entre sí. También chalupas, más conocidas como canoas (¿Cuál sonará mejor?) de todo tipo y uso; pasajeros y arena. Y llegaban a donde; a Juanchito. Si, el mismo de; del puente pa’ allá. Que en realidad se llama: Puerto Mallarino, en honor al presidente José Manuel Mallarino oriundo de Cali. Pero como en la mayoría de los casos, se conocen más por los nombres populares que por los oficiales, a este puerto lo laman: Juanchito, en honor a un personaje popular llamado Juan, a quien se acudía para ayudar a los menesteres propios de hacer mercado.
Por su uso, se podría decir que Juanchito fue una galería, una incipiente galería o más bien una central de abasto. De ahí; a la ciudad.
Y cuando Cali era Cali y no había crecido, antes de convertirse en la “Sucursal del cielo”, existió la “Plaza de la Constitución”, después llamada “Parque de Caicedo” que es como se conoce actualmente. Posterior a esta, vendría la “Galería Central de Cali”. Y ante una política gubernamental para descongestionar la “Galería”, vendrían las “Otras”… las otras galerías: Alameda, Porvenir, Alfonso López, Floresta, Siloé, Cristóbal Colón, y Santa Elena.
La última llamada Santa Elena, en honor a Flavia Julia Helena, también conocida como santa Elena y Elena de Constantinopla, que en este caso de santa (la galería) no tiene nada, sino que lo digan los años en los que ha estado en el ojo del huracán por así llamar los problemas sociales y sanitarios en los cuales ha estado envuelta. ¡¡¡Flavia…Flavia!!! en donde estas virgen piadosa, que están enlodando tu santo nombre.
Y hablando de santas, hay una que aunque no es santa, porque ha cometido uno que otro pecadillo que le han sido perdonados por los logros alcanzados, si tiene connotación divina y es la “Divina divisa”.
Si alguien adivina quién es, subirá derechito a los cielos a sentarse a lado de FLAVIA, la virgen piadosa.