Por Jorge Enrique Santacruz.
Buses a todos los barrios, cada niño con su boleta, malabaristas, magos, payasos, acróbatas, globo de la muerte, gallinas con tres patas, y animales salvajes (menos mal que están prohibidos) traídos del África, culebras, las que nunca faltan y en los circos mucho menos…precios para todos los gustos, acuda con su familia. Circo, circo, circo. Más o menos así se perifoneaba por el barrio o la ciudad, el pregón anunciando la llegada del circo. Sí, había llegado el circo. Una o dos veces al año por la época del verano o diciembre, se aparecía y, aún continúan haciéndolo. Pura diversión para chicos y grandes, ricos y pobres, para toda la familia o mejor dicho, como dicen ahora: para todos y todas. La diferencia entre ellos, está en el tamaño de la carpa y la calidad de los artistas, pero en el fondo como dice el refrán: es el mismo perro pero con distinta guasca. Su objetivo; divertir. Lo que sí es evidente es el estrato y eso determina la calidad del espectáculo.
Había que ir al circo.
Mamá, Papá, llegó el circo, yo quiero ir al circo. Si se porta bien lo llevamos. Porque al circo había que acudir en familia. Por lo menos así era en esa época.
No lo llevo al circo, se oía el grito cuando se rompía o intentaba romper; el portarse bien.
Vaya uno a saber qué era eso. Y no faltaban las excusas explicando los pequeños deslices y afloraba el “no me venga a dorar la píldora”, que no lo llevo si sigue así.
Y llego el día… Nos vamos pa´l circo se exclamaba en voz alta, con vehemencia, manifestando la emoción a lo que se dice: pa´l circo. Lo cierto era que se había cumplido la tarea, se había portado bien. Y caía perfecto el refrán: no hay mal que por bien no venga.
Y ya, en el circo: no era solo el espectáculo, también lo era el mercado; Chuzos de carne, papas fritas, salchipapas, arepas con queso, mazorcas, mangos y guayabas con sal, manzanas caramelizadas, críspelas con sal y o dulces, gaseosas, en fin… de todo, y en un estado de salubridad como para aplicar otro refrán que se adapta muy bien a su definición de expresar un consejo o una enseñanza: mugre que no mata, engorda.
Se acabó la temporada regular y empieza la de la despedida, que casi siempre es bien larga, al tal punto que dio pie a otro refrán popular: se despide más que circo pobre.
¡¡¡Gancho, gancho!!! 2 con una boleta. Gancho, gancho.
Y DESPUÉS NO DIGAN QUE NO LES AVISAMOS.