Por Jorge Enrique Santacruz
La obsesión por el oro, al parecer no tiene tiempo ni remedio. Lo buscaron y lo seguirán buscando para siempre, o sino recuerden el vellocino de oro. Cómo será esto de viejo y no me refiero al oro, sino a la obsesión por él.
En nuestro caso también se aplica; ir por la del oro para que hablemos de medallas y no de botines. Ahí iban los del podio yendo detrás de él; perdón; “a por él”, ir a por la del oro, es más castizo y suena mejor así.
Y en esa temporada había varias clásicas: la del Pacifico, denominada Pascual de Andagoya, la del Oriente Nicolás de Federmann, la del Centro Gonzalo Jiménez de Quesada y la nuestra, la del viejo Sebas. Cada una de ellas con sus características muy específicas. Pero todas buscando oro.
La del Pacifico recorriendo el Rio San Juan hasta llegar a Buenaventura, fue una de ellas “ganada”, perdón quise decir “fundada” por Pascual de Andagoya. Y en sus huestes venia un todo terreno; mi tocayo Jorge Robledo, fundador de Cartago. Esta clásica se oficializó como “Territorios de San Juan”, posteriormente origen de muchos conflictos entre los conquistadores.
Las del Oriente y el Centro solo tenían un propósito: Oro. A tal punto que Don Gonzalo Jiménez de Quesada al no encontrarlo retornó a España decepcionado.
Nos queda la del Sur, con Sebas a la cabeza. Con dos propósitos; oro y la fundación de ciudades. Éste si había “ganado”, mejor dicho, fundado ciudades. Belalcázar como que en su época ya había ganado más etapas que Eddy Merck en el tour de Francia. Ya llevaba en su haber entre otras: San Francisco de Quito, San Juan de Pasto, Santiago de Cali y Asunción de Popayán, de la cual es nombrado propietario vitalicio. Es decir que al final, el viejo Sebas nos salió más bien como un Pedro Gómez o Marval: todo un urbanizador.
Como que la medalla de oro era un pretexto para algunos de ellos. Lo que les interesaba era; tierra y oro, en ese orden.
A la meta llegaron tres; Quesada, Federmann y Sebastián. Buscaron y no encontraron lo que buscaban; El Dorado. Tremendo problema. Ahora a reclamar quien se quedaba con las tierras y la fundación de Bogotá. Acudieron al Rey y a las cortes para tal efecto y como cualquier prueba antidoping, éste y éstas decidieron que el negativo era Don Gonzalo Jiménez de Quesada. Y para él fueron todos los honores.
Pobre Santi, se devolvió a reclamar los territorios conquistados y ahí empezaron sus problemas, hasta morir en Cartagena tratando de ir a España a solucionarlos.