¿Qué es el poder?

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28/02/2021 – Lina Gil.
Entendiendo el poder como la capacidad que tiene un individuo o grupo de obtener obediencia de otro individuo o grupo, se emplea un término que definiría los grupos o individuos que obtendrían poder. El Status se convierte en una parte fundamental del poder, estratificando la sociedad y generando el clasismo, este fenómeno es la lucha continua por el poder; desde las élites, que por lo general son la ‘clase dominante’ e inferior en número a la clase popular y ‘dominada’ así define el poder Bouza (1991):

“El poder es la capacidad de obtener obediencia en las diversas situaciones sociales. Junto con la clase y el status, constituyen las tres categorías básicas para el análisis de la desigualdad en las sociedades desarrolladas. La riqueza, el prestigio y la jerarquía social sitúan a los individuos y grupos en posiciones relativas de superioridad e inferioridad. Las relaciones de dependencia y congruencia entre la clase, el status y el poder son intrincadas y cambiantes en cada sociedad y momento histórico” (Bouza, 1991, p. 123).

Existen tres tipos de poder en la sociedad, el poder coercitivo, que corresponde obtener obediencia por medio del miedo, fuerza y autoridad, el poder retributivo en el cual se genera obediencia ofreciendo algo a cambio y el poder persuasivo, que busca por medio de la persuasión obtener dicha obediencia, este último, el más utilizado por los gobiernos democráticos para el anclaje de una política, ideología o conducta por medio de los mensajes propagandísticos.

La actividad económica se realiza en las empresas, la socialización en las escuelas y medios de comunicación y la atención sanitaria en hospitales. Teniendo en cuenta esto, el Estado se encargaría de la economía de la sociedad por medio de las empresas, en el caso colombiano promoviendo la privatización, de la formación de valores en la sociedad por medio de la educación, y la información a través de los medios de comunicación, sin embargo, en un gobierno conformado por las elites, la información puede ser persuasiva con el fin generar valores anclando una postura política.

En este orden de ideas y transportándose a la cultura de la sociedad colombiana y si afirmamos como hace García y Dávila (2015) los cuales consideran que la sociedad colombiana posee una democracia consolidada y arraigada, la más larga en Latinoamérica, puesto que no ha sufrido un pasado militar reciente en los últimos 57 años, esto quiere decir que el pueblo colombiano acepta el régimen democrático pues únicamente de esta manera se puede consolidar una democracia arraigada: “El apoyo a la democracia se puede considerar como la creencia de que pese a los problemas y defectos que puedan existir, las instituciones políticas democráticas son la mejor opción posible” (Linz, 1978).

El poder político en Colombia está anclado a intereses económicos y políticos de los grupos sociales con más status, como los terratenientes, los empresarios y las familias poderosas del país en quienes se concentra la mayoría de la riqueza del territorio, se ha evidenciado en Colombia un linaje político de gobernantes, son los mismos apellidos y las mismas familias quienes han gobernado por décadas.

En el monopolio del poder, el cual pretende dominar el poder coercitivo dentro del propio territorio generando una institucionalización política del estado como las fuerzas militares y la policía. El poder se ejerce por medio de funcionarios pertenecientes a una organización jerárquica que administra los asuntos públicos, así mismo las instituciones se encargaron de generar las estrategias para consolidar una democracia arraigada, con el fin de acercar las instituciones a la sociedad y de la misma manera construir valores dentro de la misma.

El Estado moderno crea instituciones para que diversos grupos sociales puedan participar en la determinación de las decisiones del poder, sin embargo el monopolio de las mismas impiden que los diferentes grupos sociales puedan intervenir en la toma de decisiones del Gobierno, se utiliza el poder cohesivo para defender intereses de la clase gobernante e incluso pueden crearse instituciones innecesarias solo con el fin de anclar una posición política, por ejemplo, el Ministerio de la Creatividad de Iván Duque.

“El Estado moderno, en definitiva, es una nueva forma de poder político, de carácter territorial, que pretende monopolizar el poder de coerción y regulación, mediante su institucionalización como poder soberano a través de un ordenamiento jurídico unitario e igualitario… Este proceso de institucionalización típico del Estado implica en sí mismo transformarlo en el foco de identidad y conflicto de la sociedad nacional, en el que los diversos grupos sociales pretenden participar o influir a fin de determinar o condicionar sus decisiones”. (Bouza, 1991, p. 130).

La democracia exige que los diversos grupos sociales se adecúen al sistema, aunque en una sociedad como la colombiana, así como lo afirman García y Dávila (2015) es muy difícil que el régimen democrático funcione mientras exista una cultura de desafectación política por parte de la ciudadanía.

A pesar que Colombia esté despolitizada, puesto que la gran mayoría de personas desconocen la ley, los derechos y deberes, también recae la responsabilidad en las instituciones del gobierno, quienes son los encargados de inculcar valores en la sociedad y de hacer el acercamiento de las instituciones a las comunidades, según García y Dávila (2015) la democracia debe nacer desde el sistema político:

“El apoyo a la democracia es endógeno al sistema político y por ende depende de sus logros y de las instituciones políticas que la representan” (García, Dávila, 2015, p 506).

El poder político se encarga de la seguridad, legislación de derechos y normas, distribución de recursos y darle voz a la sociedad mediante una actividad político – partidista, esta última, es una de las más vulneradas en el Estado colombiano, cuando las elites se apoderan de la fuerza militar y de los medios de comunicación masivos, utilizando la represión y la desinformación para prevenir un ascenso de clases y seguir manteniendo el linaje político.

“Por otra parte, es característico del sistema político que sus decisiones y acciones retro actúan sobre el nivel de apoyo y demandas sociales, afectando de este modo las consecuencias de su acción a sus propias variables esenciales, puesto que, mediante los mecanismos de retroalimentación o feedback, las autoridades del sistema pueden conocer los efectos de sus decisiones y acciones y el estado del sistema y su ambiente, se posibilita de este modo una acción de gobierno intencional y coherente y no guiada por el azar” (Bouza, 1991, p. 138).

Estas ‘Autoridades que plantea Bouza y que pretender estudiar la retroalimentación de la comunidad para así mismo plantear acciones pertinentes y coherentes, este feedback se rasga en dos fenómenos negativos que están presentes en la cultura colombiana:

El primero, así como lo plantean García y Dávila (2015), la desafección política por parte de la sociedad colombiana,  “la desafección política consiste en una serie de actitudes básicas hacia el sistema político que son diferentes de las que componen la insatisfacción política y la legitimidad democrática (Molino & Ruíz de Azúa, 1986), ya que la insatisfacción política puede considerarse como el resultado de la diferencia entre los valores generalmente positivos hacia el sistema político y las percepciones que genera su funcionamiento real. Por el contrario, la desafección política abarca visiones desconfiadas de las relaciones humanas con el sistema político (Montero et al. 1998). Por ello la desafección política tiende a ser más reacia al cambio y puede tener consecuencias más duraderas para la política democrática” (p. 509).

El segundo es los mecanismos propagandísticos que usa el gobierno por medio de las instituciones en la producción de propagandas persuasivas que no cumplen los parámetros característicos de una propaganda gubernamental, el proceso de persuasión en los mensajes cívicos, limita la retroalimentación del receptor y pretende anticipar la respuesta del mismo. Si bien las instituciones del estado son las encargadas de producir las propagandas gubernamentales, son los medios de comunicación tanto públicos como privados quienes tienen la responsabilidad de la difusión de dichos mensajes a las masas, así como de informar y acercar las instituciones a la sociedad como expresan Chomsky y Herman (1990):

“Los medios de comunicación de masas actúan como sistema de transmisión de mensajes y símbolos para el ciudadano medio. Su función es la de divertir, entretener e informar, así como inculcar a los individuos los valores, creencias y códigos de comportamiento que les harán integrarse en las estructuras institucionales de la sociedad. En un mundo en el que la riqueza está concentrada y en el que existen grandes conflictos de intereses de clase, el cumplimiento de tal papel requiere una propaganda sistemática”. (p. 21).

La generación de propaganda por las elites y las instituciones gubernamentales hace que se construya un lenguaje simbólico para las masas, esto conlleva a consecuencias de orden social. Prácticamente los medios de comunicación ayudan al gobierno para crear una sola línea de pensamiento, por medio del manejo de la información y la difusión de la misma. Las propagandas funcionan como un medio de control de la opinión pública, o cómo describirían Chomsky y Herman: el control del pensamiento.

Los medios tienen un papel muy importante en la sociedad, ya que son los responsables de informar a las comunidades y también de la difusión de propagandas gubernamentales, dicho en otras palabras, el gobierno y los medios de comunicación trabajan conjuntamente buscando que los mensajes generen el impacto deseado.

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