Por Maria Alejandra Tangarife Toro | 23/05/2021.
Desde cada punto de vista para entender el mundo siempre habrá una fracción de personas que lo lleven al extremo. El ecofascismo es una vertiente radical que afirma que la regulación autoritaria del crecimiento poblacional es la solución a los problemas que actualmente enfrentamos del cambio climático.
Es común que el hecho de ver cómo cada día se explotan más recursos naturales de los que la Tierra puede reponer, nos lleve a pensar que el problema es que ya no hay recursos para tantas personas. Sin embargo, esa situación de consumo desenfrenado alberga un trasfondo de desigualdad extrema.
Por ejemplo, a pesar de que en Colombia hay 22 hectáreas aptas para su cultivo, solo se usan 5,3 millones, según los últimos datos del Instituto Geográfico Agustín Codazzi. Igualmente, está comprobado que el 1 % más rico de la población emiten más del doble de gases de efecto invernadero que la mitad más pobre del planeta, según Oxfam-Intermón. Es decir, que la solución para sociedades más sostenibles no es reducir su número, sino la forma cómo consumen, cómo viven, cómo se transportan, cómo trabajan.
Las posturas ecofascistas además afirman que la población más pobre genera muchos más desechos al tener familias numerosas y que consumen más plásticos de un solo uso y, si bien esto puede suceder, con esos argumentos se desvía la atención de aquellas empresas y personas que aportan cuotas mucho más altas al declive de la naturaleza, como el grupo de 100 empresas que desde 1988 han sido responsables del 70 % de los gases de efecto invernadero emitidos.
Por eso, los y las ciudadanas deben ser cuidadosas en los debates ecológicos, pues es fácil engañar y poner la atención en causales menos graves. Pasa también con el consejo que ya es paisaje: disminuyamos los plásticos de un solo uso, no usemos pitillo, etc; mientras que el gran porcentaje de plástico que está contaminando los océanos pertenece a redes de pesca, como lo comprobó el documental Seaspiracy.
Entre tanto, vale la pena revisar cada día nuestras posturas, nuestras elecciones de vida, el papel que tomamos dentro de la conservación y restablecimiento del planeta y la forma en que pretendemos lograrlo.
