Por Maria Alejandra Tangarife Toro | 17/05/2021.
A través de los períodos evolutivos de la humanidad, conceptos como el desarrollo y crecimiento económico han arrasado la base de la vida de este planeta; por lo tanto, los seres humanos han pretendido avanzar sin conservar lo fundamental: la vida vegetal, animal y el entorno general de esta casa común.
Ya en otras ocasiones se ha mencionado que Colombia es el segundo país con mayor riqueza en biodiversidad en el mundo. Lo que también es muy importante mencionar es que en nuestro territorio existen 102 pueblos indígenas, según la Organización Nacional Indígena de Colombia. Sin embargo, algunas de las entidades e instituciones estatales solo reconocen 87 de ellas, lo que dificulta el restablecimiento de sus derechos territoriales.
Aún así, estos pueblos indígenas son parte activa y fundamental del cuidado de la biodiversidad que se extiende a lo largo del país. La ONU reconoce que el relacionamiento de los y las indígenas con sus tierras tradicionales, lleva a una conexión tanto espiritual como cultural, social y económica. Afirma también que el conjunto de normas, costumbres y prácticas de estos pueblos reflejan su adhesión a la tierra, pero también una proyección a futuro, a través de la conservación del territorio para el uso de las generaciones futuras.
Contemplar el entorno como un espacio que no nos pertenece a quienes estamos en el presente, sino mucho más a quienes llegarán en el futuro, es una muestra digna de la sabiduría de los pueblos ancestrales, que tantas veces son menoscabados, y es una conducta que de haber sido aprendida a principios del siglo XX en Colombia y en el mundo, probablemente, el planeta Tierra no estaría llegando a su límite cada vez más pronto.
Así, mientras que para una empresa multinacional el agua es un activo rentable, para los pueblos arhuaco, wiwa, kogi y kankuamo de la Sierra Nevada de Santa Marta es “el alimento del espíritu y el sustento de la vida”; entonces esos dos puntos de vista son la raíz del cuidado y la preservación o la explotación sin límites de la naturaleza.
Desde la Organización Nacional Indígena de Colombia se ha hecho en muchas ocasiones un llamado al país para permitir que como pueblos ancestrales se les permita tener acceso a sus territorios y hacer uso efectivo de ellos desde la palabra, la costumbre y el sentido de pertenencia que les caracteriza a la hora de relacionarse con el agua, la tierra, los bosques, los ríos y los animales. Así mismo, el llamado es para que recojamos esa sabiduría y la pongamos por delante cada día en beneficio de este planeta que está en un limbo.
Excelente.