Rodrigo Zuleta, Berlín, 3 oct (EFE).- El escritor alemán Ingo Schulze, autor de tres novelas sobre la reunificación alemana, de la que hoy se conmemora el 30 aniversario, se ha propuesto en una de sus novelas recientes tomar los dos sistemas, capitalismo y socialismo, “al pie de la letra” y a través de ello reducir a los dos al absurdo.
La novela refleja en buena parte la visión que tiene Schulze sobre la reunificación, un proceso que el siempre ha querido abordar sin caer en la idealización y sin renunciar a una realizar una crítica sobre el presente.
“Lo que pasó tiene que ser contado desde ambos lados pero sería interesante que se contara también desde el oeste por que es interesante abordar todo lo que cambió también en occidente”, dijo en entrevista con EFE.
La reunificación, según Schulze, llevó a una idealización del mercado, a un desmantelamiento de parte del estado social. En el este la fe en el mercado trajo un golpe a muchos con las privatizaciones, el cierre de fábricas y el paro.
“No quiero que se me mal interprete, prefiero vivir ahora que antes de 1989 pero eso no debe llevar a perder la mirada crítica”, expresó.
UN ESCRITOR DEL ESTE EN LA ALEMANIA UNIDA
Toda la carrera de escritor de Schulze, nacido en Dresde, en el territorio de la extinta RDA, y premio Bertolt Brecht de Literatura en 2013, ha transcurrido en la Alemania unida desde la publicación de su primer libro “99 momentos de felicidad”, en 1995, que obtuvo el Premio Aspekte el mejor debut literario del año.
Posteriormente ha escrito tres novelas dedicadas al tema de la reunificación alemana, que el vivió como testigo y activista, que son “Nuevas vidas” que ganó el Premio de la Feria de Leipzig- , “Adam y Evelyn” (ambas publicadas por Destino en España) y, más recientemente, “Peter Holtz, Su vida feliz contada por el mismo”, la autobiografía del personaje central, en clave picaresca.
Peter Holtz es un comunista convencido en tiempos de la RDA, incluso demasiado convencido para los representantes del régimen, y termina convenciéndose también de las bondades del capitalismo.
“Al comienzo me resultó muy difícil escribir sobre el tiempo anterior a 1989 porque existe un gran peligro de caer en una especie de pseudo disidencia. La pregunta era, ¿cómo escribir sobre el pasado sin perder de vista el presente?”, dijo Schulze en la entrevista con Efe a propósito de la efeméride.
En “Nuevas vidas” Schulze había contado la historia de un escritor que se convierte en empresario para adaptarse al nuevo mundo tras 1990. En “Adam y Evelyn” la historia de un sastre que termina por casualidad en Hungría, cuando la gente está huyendo hacia el este a través de la frontera con Austria, y no tiene muy claro lo que quiere hacer.
“Peter Holtz fue el intento de contar esa época con distancia tanto ante lo que se aceptaba entonces como obvio como ante lo que se acepta hoy sin discutir. Es tomar a los dos sistemas al pie de la letra, afirmativamente y a través de ello llevar a los dos al absurdo”, consideró Schulze para explicar la diferencia con susnovelas anteriores.
En la lectura de la novela se siente la huella de “Candide” de Voltaire, en la que el personaje central, pese a todos los choques que tiene ante la realidad, insiste en que vive en el mejor de los mundos posibles.
“‘Candide’ fue naturalmente un modelo, se trata de un gran modelo pero con él uno nunca sabe si es realmente ingenuo o si no lo es. Para mí un gran modelo fue ‘El idiota’ de Dostoyevski, alguien que trata de ser una buena persona”, explicó Schulze.
ESPIA Y MILLONARIO DE BUENA VOLUNTAD
Tratando se ser una buena persona Peter Holtz se convierte en soplón de la STASI, la policía secreta de la RDA. Sin embargo, no dura mucho tiempo porque, como está convencido de estar del lado correcto, no oculta ante nadie su actividad, lo que a la STASI no le convence.
“Es un loco, un loco ingenuo que no puede separar las palabras de los actos”, añadió.
Schulze necesitaba un personaje así, que tomara todo al pie de la letra. Primero el socialismo y el comunismo, luego el cristianismo -se convierte y se muestra convencido de que marxismo y cristianismo son caras de una misma medalla- y finalmente el capitalismo.
“No me resultó fácil convencer a Peter Scholz de las bondades del capitalismo pero cuando le explican que se trata de asumir su responsabilidad con el mundo entonces pica el anzuelo”, indicó Schulze.
Quien lo convence es un hombre de negocios ruso, Serge Wolkov, que le explica que el bien de la humanidad depende de que cada quien busque su propio interés y que si en el proceso hay destrucción de empresas se trata de una “destrucción creativa” -se trata de un concepto elaborado por el teórico del capitalismo Joseph Schumpeter- para que solo sobrevivan las mejores.
“No he leído a Schumpeter pero sí a Friedrich Hayek y esa idea además es algo que de forma trivializada es explicada permanentemente por políticos y periodistas económicos. Yo siempre quedó horrorizado ante las simplificaciones con que se abordan los problemas”, comentó.
La “destrucción creativa” se vivió con la desaparición de empresas en el este. Eso implicaba paro. Peter Holtz no lo vive porque se hace millonario un poco por casualidad y, después de que se convierte al capitalismo, prescinde de la idea de regalar las casas que tiene a quienes las necesitan.
La idea de que el mercado podía solucionarlo todo, que se impuso tras la caída del muro de Berlín, es el último credo de Peter Holtzt que lo lleva hasta el absurdo.
Hoy ese credo, estimó Schulze, se ha debilitado. Se empezó a debilitar con la crisis financiera y ahora con la pandemia en la que la política y el estado parecen haber recuperado su razón de ser.
“Eso creo que es bueno porque se está mostrando que hay cosas que son posibles que hasta hace poco eran inimaginables”, concluyó. EFE
rz/jam/msr