Hernando Malagón Martínez

EL ETERNO RETORNO

El Ser humano, es individual y único.

La vida es un tejido de telarañas.

El Universo, el ser y la vida están en constante cambio.

Este ser y esta vida, en algún punto se juntan en este universo.

Citando a San Agustín: ”Lo único que existe es el instante. El instante es un punto en el espacio, que parte lo pasado del futuro; el hombre está sometido al tiempo, Dios es el único Eterno Presente”.

Moldear este tejido de una manera organizada, es el inicio del proceso de concebir y crear.

Mi creación se inicia a partir de ese punto, de ese instante, el que une o separa el pasado del presente a través del movimiento eterno y permanente y trato de resolverlo a través de la geometría, con su naturaleza más sencilla y elemental, como el ya mencionado punto, origen de todo, la línea, el plano, la arista, el volumen y todo lo que de acá se desprende, como el equilibrio, el ritmo, la armonía, el estilo, la sombra, la simetría, la proporción, y las demás herramientas del oficio.

Hay momentos que quedan por siempre en el corazón, otros se desvanecen. La vida siempre dará la elección de escoger un sendero, ya sea hacia la izquierda o la derecha; hacia arriba o hacia abajo; hacia adelante o atrás y esas decisiones son las que definen la vida, dan la opción de elegir entre el bien o el mal, entre la vida o la muerte, entre el amor o el odio, entre la gloria o la derrota, esa sumatoria definen el camino, acertado o desacertado, incierto o seguro.

Mi obra es eso, es elegir qué camino seguir; ella a veces quiere tomar cualquier dirección, cualquier ruta, la que parezca más cómoda; por lo tanto, conseguí darle ciertos principios, ciertas reglas que guíen su destino para que retorne al mismo, al origen; en una forma ordenada tan estéticamente agradable como hermosa. Es tejer esa telaraña armoniosa y única, creando miles de representaciones especiales y diferentes en su aspecto, mas no en su concepción porque todas parten de los mismos principios y normas elementales.

Si hiciéramos un símil, entre nuestra vida y mi obra, encontraríamos semejanzas, en su concepción, en su desarrollo, en sus principios, en su transformación, en su movimiento permanente e individual, en el retorno a su origen y en su elección de definir su vida y la forma que finalmente le daremos armoniosa y bella para quienes nos observen o un esquema inicial difícil de ver y definir. Es tu propia elección.

Siempre las veras de formas cambiantes, pero con una sola identidad. Podremos ser muchos parecidos, pero siempre diferentes.

Son estructuras desnudas, como esqueletos prehistóricos atravesados por una sola línea de principio a fin a los que el espectador le coloca la propia piel que cada quien ve o quiere ver: Ellas están en eterno movimiento, de acuerdo con el recorrido del espectador, así como lo es en el mundo y en el universo real.

Las piezas logran integrar las tres dimensiones conocidas con otras no tan racionales, como son el tiempo y el espacio. Somos producto de un Ser Superior a quien regresaremos tras un paso afortunado por este universo lleno de estímulos diversos, en ese trascurrir debemos conservar como he buscado a través de mi trabajo y obra mantener las normas y principios con las que hemos sido creados, para conllevar siempre una identidad irrepetible por medio de una sola línea de rectitud hasta el fin del tiempo, es decir Un Eterno Retorno.

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