Por Myriam Manosalva | 17/06/2021.
Es casi impensable la idea de que el mejor amigo del hombre alguna vez fue salvaje y no tenía contacto alguno con el ser humano. El lobo, antepasado de los caninos que conocemos hoy, empezó a robar los desechos de los primeros agricultores para su consumo. Estos animales se encontraban al acecho de estos restos dejados por los primeros asentamientos de nuestros ancestros, generando así el establecimiento de una relación que ha perdurado más de 20.000 años.
Ambas especies se vieron beneficiadas de esta relación, que se fue afianzando con los años. Por un lado, los lobos encontraron una forma muy sencilla de adquirir alimentación, mientras que los humanos obtuvieron vigilancia y defensa ante depredadores del área cercana a sus viviendas.
En la actualidad los perros mantienen ciertas características de sus antepasados salvajes como defender el territorio al marcar árboles y piedras con su orina y guardar juguetes bajo tierra como alguna vez sus parientes enterraban algunas presas para garantizarse un ‘snack’ en la tarde.
Ahora un estudio reciente revela que, en la evolución canina, estos animales han adquirido la habilidad innata de entender al humano incluso desde sus primeros años como cachorros. El análisis realizado en el Centro de Cognición Canina de Arizona revela que esta habilidad es heredable y no depende de la crianza o educación.
Para la investigación se observó el comportamiento de 375 cachorros. Este análisis reveló que la mayoría de los canes hallaron la comida escondida tras seguir la guía humana y observaron con detenimiento la cara de los científicos mientras se les daban especificaciones por más de 6 segundos. Estas dos destrezas mostraron que los cachorros cuentan con la capacidad genética de comprender a los humanos mediante el lenguaje corporal.
El estudio demostró que los canes no ubicaban el alimento por el olfato ni por el aprendizaje acelerado, sino que seguían instrucciones y las cumplían a cabalidad, señalando que los perros están predispuestos biológicamente para la interacción con los humanos.
La doctora Emily Bray, directora del proyecto, expresó: “Muchas de las tareas que realizan para nosotros, ahora y en el pasado, como pastorear, cazar, detectar peligros o actuar como perros de servicio o de compañía, se ven facilitadas por su capacidad para usar nuestras señales de manera efectiva”
El siguiente paso de este estudio es identificar los genes involucrados en esta habilidad de los cachorros. Así, la investigación nos acerca un poco más al conocimiento de estas entrañables criaturas que han acompañado a los humanos en su trasegar como especie, relación en la cual ambos han adquirido una evolución notable y un vínculo inquebrantable que gracias a la ciencia hoy es explicado.