(De la obra “El odio no se escribe” Edición julio 2011)
Por Helen Fares de Libbos
Creo que, para mí, escribir es una forma de vivir, de buscar sentido en el mundo. Eso no cambia mucho de un momento a otro, pero evidentemente, cuando el momento era muy represivo, vivir era resistir, era buscar la libertad.
De esa forma, todo lo que yo escribía, tenía que ver con ese estilo de vida. Eso era lo que yo sentía y pensaba.
La costura, la música, el bordado, el tejido, siempre aportan algo a lo que escribo.
Es algo más de sensibilidad, ayuda para los aspectos visuales y sonoros de la realidad.
He bordado durante toda mi vida.
No sé cómo logro esas cosas, no es un procedimiento consciente, leer mucho, hace parte de mi vida, lo mismo cuando ocupo mis manos y mi mente, leo o preparo algo para escribir.
Creo que eso es parte de la observación de la realidad a la que le mezclo memorias personales o culturales, pero no sé cómo llegan a mí, ni cómo se mezclan.
Nada es muy difícil, ni muy claro mientras escribo…
Pero yo soy la misma.
Quien se interesa por un libro habla a una parte de su alma o habla a su vida.
Es difícil entender que hay un punto donde no se puede seguir escribiendo más, hay que terminar enseguida, y empezar a cortar y reducir lo que ya está escrito.