Por Jairo Ruíz Clavijo
El reloj de la catedral queda clavado, para siempre, en la hora en que el terremoto alza en vilo la ciudad. El terremoto sacude a Managua y la destroza.
Ante la catástrofe, Tachito Somoza prueba sus virtudes de estadista y empresario. Decreta que los albañiles trabajarán sesenta horas semanales sin ganar ni un centavo mas y declara:
-Esta es la revolución de las oportunidades.
Tachito, hijo de Tacho Somoza, ha desplazado a su hermano Luis del trono de Nicaragua. Graduado en West Point, tiene mejores uñas. A la cabeza de una voraz bandada de primos segundos y tíos terceros, se lanza sobre las ruinas: él no ha fabricado el terremoto, pero lo cobra.
La tragedia de medio millón de personas sin casa es un espléndido regalo de navidad. Somoza trafica desaforadamente con escombros y terrenos; y por si fuera poco, vende en Los Estados Unidos la sangre donada a las víctimas por la Cruz Roja Internacional. Después profundiza este filón descubierto gracias a las aciagas circunstancias, demostrando mas iniciativa y espíritu de empresa que el conde Drácula, Tachito Somoza funda una sociedad anónima para comprar sangre barata en Nicaragua y venderla cara en el mercado norteamericano.
(Nicaragua: la revolución sandinista. Una crónica política (1855/1979. México, Era, 1982)