Por Fernando Calderón España.

Si los habitantes de este planeta no usamos la inteligencia para afrontar los desastres que comenzaron con la aparición del nuevo coronavirus y los demás desastres naturales que estamos viendo, en 40 años, quienes vivan padecerán la destrucción de la tierra. No habrá quien transmita por radio, televisión o redes antisociales.

Y no hubo necesidad de que esto se inundara de pecadores tradicionales, es decir, de aquellos que matan, que roban y demás.

Sin juicio final, la naturaleza rabiosa sacará a la raza humana del uso despiadado que le está dando.

Lo han dicho las organizaciones mundiales de todo tipo.

Si no aguantarán las potencias, menos Colombia, que destruye su vegetación gracias a la obra animal, que arranca con las vacas y termina con los bípedos racionales.

La economía extractiva, también, si que ayuda a la destrucción complaciente de nuestra tierra. Y digo complaciente porque se oyen voces de “expertos” con ropa de ministro defendiendo un proceso que desangra el subsuelo, el suelo, repercute más arriba del suelo y hasta en el cielo.

No alcanzaré a ver la final de esta arremetida natural por encontrarme, para esas fechas, en una junta, de esas que son eternas.

Cuándo entenderán que la vida no es sólo levantar pesas. Y tampoco levantar pesos.