La pandemia trajo consigo tantas afecciones mentales que se puede resumir con solo cuestionarse: ¿Desde cuándo la palabra positivo cambió de significado y solo imaginarla nos causa pavor?
Por Dennis Guevara | 29/09/2021.
Parece algo complejo de asimilar, pero así es, son muchas las personas que se vieron atrapadas en el problema coyuntural que ocasionó el virus denominado COVID-19, que no fue una simple gripe como muchos en su momento lo creyeron y algunos osados llegaron a burlarse, hasta el instante en que tocó a su puerta e invadió todo cuanto quiso.
Y es que nos causó gracia el suponer que retrocedíamos a la niñez, con conceptos tan básicos como un simple lavado de manos o estornudar y toser cubriéndose con el antebrazo; pero que poco a poco desdibujaron nuestras carcajadas convirtiéndose en lágrimas, cuando un ser cercano se vio tendido en cama o hecho cenizas.
No fue nada sencillo asimilar que esa barrera televisiva, en donde escuchábamos casos del otro lado del mundo, se desmoronó.
De repente la noche del 17 de marzo del 2020 la alcaldesa de Bogotá, Claudia López, anunciaba un simulacro de aislamiento por un par de días, que para algunos sonó a vacaciones, ya fueran laborales o escolares, y nos despedimos de nuestros amigos con la ingenua frase: “nos vemos el lunes” y ese día se expandió a semanas, meses y ahora años; tanto así que, a la fecha, aún hay quienes no han visto a sus compañeros o aún peor, muchos de ellos nunca los verán.
Es más que un simple encierro, es entender que en medio de este ocurrieron miles de situaciones que todavía se desconocen o en su momento se dejaron pasar por alto. Es eso lo que decidieron investigar los estudiantes de comunicación social y periodismo de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas, al realizar una sencilla pregunta a algunos alumnos de la misma institución: “¿Cree que la pandemia comprometió la salud mental de su familia?”.
Al desarrollar el cuestionamiento, se evidenció cuantitativamente que el 84% de los encuestados opinan que “SI”, mientras que el otro 16% dice que “NO”. Ante tales resultados se decidió cuestionar a los expertos en el caso, y quién mejor para despejar las inquietudes sino los profesionales en el campo psicológico.
Como individuos participantes de dicho fenómeno, creamos diversas posibilidades, aunque hay quienes lo generalizan en una misma tentativa. Lo que sí es cierto es que no es una sola causa, por el contrario, esto nos lo dejaron muy claro dos psicólogas, quienes a su vez son hermanas; Inés y Bibiana Acuña Triana.
Ellas nos hablaron de los grandes cambios que la pandemia ha representado socialmente, sobre todo en lo que respecta a la red de apoyo primario, su entorno y vida social, al tener que cambiar nuestras rutinas diarias, viéndonos sometidos al encierro, el temor a lo desconocido, a la información procedente de los medios de comunicación, quienes tristemente proyectan inseguridad e información a favor del amarillismo.
Además, tal como mencionan las doctoras, la decadencia económica, de la mano del desempleo, ha conllevado a variaciones importantes en los roles familiares, empezando por los padres de familia, quienes tuvieron que enfrentarse a tareas para las que no estaban preparados, sin mencionar el cambio para los propios niños, jóvenes y adolescentes que tal vez veían en sus lugares académicos espacios para interactuar y distraerse, lo que ha llevado a la intolerancia y, en algunos casos, al incremento de la violencia intrafamiliar.
Las devastadoras cifras entregadas por el Observatorio Colombiano de las Mujeres, confirmaron que los incidentes de violencia en el hogar incrementaron en un 142%. Las doctoras Acuña aseguran que: “aumentaron los casos de depresión severa que llegaron a terminar en pensamiento, ideación y suicidios determinados, entre otras tantas patologías que infieren en el estado mental de los individuos a tal punto que somatizan hasta llegar a afectar el sistema nervioso central de la persona en sí, generando fuertes alteraciones”.
Un ejemplo contundente de lo que plantean las profesionales en psicología, es encontrarse con familias quienes perdieron a sus seres queridos y, debido a las medidas restrictivas, ni siquiera lograron despedirse, impidiendo que cumpliesen con su proceso de duelo.
Cabe recordar que la OMS y la UNICEF afirmaron que el Covid-19 llegó para quedarse; y es que con el panorama actual solo se avecina lo que comentó la también psicóloga, Amparo Gonzalez Londoño: “una arquitectura digital en nuestros domicilios”, equiparándola a estar en una celda, sometidos a la militarización, de tal manera, un tanto extrema Amparito añade, “el coronavirus podría conducirnos a una especie de dictadura mundial”.
En últimas, desde mi punto de vista, creo que la inocente pregunta de los universitarios nos lleva a reflexionar en cómo estamos actuando y la insolencia de la gran mayoría al evadir el sentir del otro, pormenorizando su situación y deslegitimando varias de las enfermedades mentales; lo que ha conllevado a que actualmente tengamos la desgarradora cifra de 1 suicidio cada 40 segundos, algo insólito, dicho por los expertos junto a sus investigaciones.
Es ahora el momento de reaccionar, dejar de ignorar las alarmas de los más vulnerables: nuestras infancias y adultos mayores o ¿acaso estás esperando que el próximo seas tú, tú vecino o algún ser querido?