
Nuestros jóvenes han demostrado ser constructores de la sociedad no destructores de ella, como lo hace ver, algunos políticos despiadados y algunos medios masivos de comunicación, carentes de razón, de principios, ética y conocimiento de la real problemática social que padece nuestro país.
Por tal razón, ellos los vuelven objetivo militar, que los van eliminando sistemáticamente, como se evidencia durante el presente gobierno, la represión que ha impuesto durante la histórica protesta social, donde han acribillado en las calles a decenas de nuestros jóvenes, otros desaparecidos, lisiados, torturados, enjuiciados y condenados, además de múltiples masacres de campesinos, lideres sociales, todas estos flagelos surgen de la exigencia de los derechos sociales y políticos que le adeudan al pueblo y cada día están siendo gravemente violados por parte del estado y sus autoridades en pro de tener una vida digna con oportunidades y un futuro digno de vivir.
¿En qué sociedad vivimos, qué democracia tenemos?
Donde los corruptos viven y gozan de la impunidad y el pueblo que clama justicia y pertinencia se le considera subversivo. Un país donde los entes de control, están aliados, manipulados y absorbidos por el gobierno central, se vuelve una grotesca dictadura, donde los derechos sociales y políticos de la ciudadanía son vulnerados atrozmente.
La democracia ha surgido como un concepto teórico, abstracto e ideal que muchas veces no condice con su aplicación práctica. Los ideales de igualdad, fraternidad y participación son muchas veces impuestos a través de medidas coactivas que se alejan de la libertad. En este punto, existe una tensión inherente a esta definición. Por un lado, la democracia trae pluralidad de intereses, igualdad y cooperación, por el otro no es menos cierta que ocasionalmente conlleva conflicto, coacción y autoritarismo demagógico.
Teóricamente se considera, que la democracia es la mejor forma de gobierno y de vida, donde el gobierno no debe ser un adversario sino un aliado del pueblo. Para nuestro país, el gobierno existe es a la inversa, donde se ha vuelto un enemigo de la mayoría.
Una democracia como la nuestra, no es valiosa ya que trae consigo a tipos de gobiernos poco igualitarios, es la vida privada lo que es realmente importante y es mínima la participación pública.
La estratificación social como variable dependiente, también limita los márgenes de la democracia, recursivamente las acciones individuales terminan legitimando el régimen político acorde a sus propios intereses y necesidades de grupo, usufructúan de las necesidades de la masa como un ente sobre la cual los gobernantes ejercen poder y autoridad a un costo relativamente bajo, por tal razón cultivan la ignorancia, evadiendo la inversión en la educación como principal fuente de desarrollo y superación de un pueblo.
El juego político entre los partidos que gobiernan, sobrevive gracias a las necesidades populares. El antagonismo de intereses sostiene el régimen y permite que la lucha política se mantenga anclada al poder.
La democracia se ha expandido con el objetivo de ampliar los derechos políticos y en mayor o menor medida los gobernantes se ocupan de satisfacer las necesidades de sus ciudadanos. Sin embargo, paradójicamente cada vez más gran cantidad de personas ven con mayor indiferencia la participación política, sumidos en la pobreza y llevados a la exclusión.
¿Cuándo vamos a entender que exigir justicia y los derechos que nos corresponden, es salvar el colectivo a un país y por ende a nosotros?
No pretendo cambiar al mundo con mis palabras, pero el terruño que me toca vivir, quiero hacer la diferencia.
Por Luis Carlos Lozano Ospitia.
Abogado, escritor y columnista.
Hispano colombiano