Gonzalo Sánchez, Venecia (Italia), (EFE).- Venecia cierra este sábado su Festival internacional de cine, una edición, la septuagésimo séptima, enrarecida por la pandemia y que clausura con el orgullo de haberse celebrado, erigiéndose como ejemplo para otros certámenes.
La ceremonia de cierre, retransmitida por la televisión pública italiana, arrancará a las 19.00 locales (17.00 GMT) para otorgar el codiciado León de Oro y el resto de premios.
Venecia cierra esta edición con el orgullo de haberla mantenido y así lo hará constar durante la gala, amenizada por el cantante Diodato, que este año debería haber representado a Italia en un Eurovisión que no se celebró por la pandemia.
Durante estos días los artistas que han pasado por el festival han aplaudido su decisión de mantenerlo para que sirva como espaldarazo para un sector, el cinematográfico, muy vapuleado por esta crisis, con salas cerradas y producciones paradas en todo el mundo.
Un llamamiento que ha llegado desde personalidades como la actriz británica Tilda Swinton, este año León de Oro honorífico, o del director español Pedro Almodóvar, que presentó fuera de concurso su corto “La voz humana”, precisamente con ella de protagonista.
Y también de los directores de ocho grandes certámenes europeos, como el de San Sebastián, José Luis Rebordinos, que arrancará con el mismo esfuerzo el próximo 18 de septiembre.
Este sábado desfilaron por la alfombra roja una espectacular Cate Blanchett con un vestido que recordaba a la cola de un pavo real; la británica Vanessa Kirby, que apostó por la elegancia del negro; o el equipo mexicano del filme “Nuevo orden”, de Michel Franco, que acudió acompañado de la protagonista, Naián González, así como de Diego Boneta y Darío Yazbek.
Un desfile que transcurrió sin público en una edición en la que se instalaron barreras para impedir el acercamiento del público.
LAS QUINIELAS POR EL LEÓN DE ORO
El festival ha distribuido las puntuaciones que los críticos de Italia y los internacionales han dado a cada película en competición y no ha habido sorpresas respecto a lo que se rumoreaba en todos los mentideros periodísticos de estos últimos días.
Los favoritos son “Nomadland”, de Chloé Zhao, una historia de nómadas modernos en las carreteras estadounidenses protagonizada por Frances McDormand, y también “Notturno”, el brillante documental de Gianfranco Rosi acerca de las tragedias en Oriente Medio.
Les siguen “Dear Comrades!”, la revisión histórica de la represión soviética en el Cáucaso en 1962 del ruso Andréi Konchalovsky.
Y el “Nuevo Orden” de Franco, este año único latinoamericano en la principal categoría y que ha agitado y sorprendido en el certamen con una truculenta distopía ambientada en su país sobre una revolución de pobres contra ricos.
EXCEPCIONALES MEDIDAS DE SEGURIDAD
El director de la Mostra, Alberto Barbera, ya lo prometió durante la presentación en julio del certamen: la seguridad era lo primero.
Y lo cierto es que los artistas, público, periodistas y críticos han vivido estos diez intensos días de cine entre un exigente protocolo sanitario.
Las salas redujeron a la mitad su aforo, con butacas vacías entre cada asistente, la mascarilla ha sido en todo momento obligatoria, se ha distribuido gel y tomado la temperatura en cada esquina y cada entrada se anotaba para localizar a la postre eventuales contagios.
Además los periodistas llegados desde países como España, Grecia o Croacia, especialmente salpicados por el coronavirus, tuvieron que presentar una prueba de negatividad.
El coste de mantener la celebración y no suspender el concurso, como hiciera su más directo competidor, el francés de Cannes, ha sido la ausencia de las grande estrellas que cada año llegan al Lido veneciano para estrenar sus películas y, de paso, lucirse.
Sobre todo porque las grandes compañías han desanimado a sus directores y actores a exponerse al contagio para no detener los proyectos en los que se encuentran trabajando. EFE
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