Por Myriam Manosalva | 23/03/2021.
Como preparación ante el proceso de vacunación contra el COVID-19 es necesario conocer a profundidad el método al que se va a someter la población a nivel mundial, las condiciones de la vacuna, en qué consiste y los cuidados a seguir para que el procedimiento sea efectivo y se sienta seguro durante el mismo.
Lo primero es entender que una vacuna es una sustancia creada para producir inmunidad frente a una enfermedad al estimular la producción de anticuerpos. Una vez el organismo es entrenado para combatir virus y bacterias, los gérmenes patógenos serían destruidos con facilidad evitando adquirir la enfermedad.
Enfermedades como el tétanos y el sarampión son combatidas por las vacunas cada año, evitando hasta 3 millones de muertes anuales según información otorgada por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
La investigación para el desarrollo de la vacuna constó de tres fases, tras la etapa preclínica desarrollada en cultivos celulares y animales, posteriormente se procedió a administrar la vacuna a un grupo pequeño de voluntarios como parte de la fase I. En la fase II se aplicó la vacuna a un mayor número de personas para conseguir ajustar la dosis y verificar su seguridad y en la fase III la vacuna fue puesta a prueba en decenas de miles de personas de diferentes edades para garantizar su eficacia.
Aun no se ha determinado si las vacunas contra el COVID-19 otorgan protección a largo plazo. Sin embargo las investigaciones indican que un gran porcentaje de los pacientes recuperados del coronavirus desarrollan una respuesta inmunitaria contra nuevas infecciones.
«La vacuna no es como un medicamento con el que tratamos a una persona. La vacuna es algo que protege a la comunidad. No se puede analizar desde un punto de vista individual, sino de cómo se protege a toda una población», subrayó la epidemióloga Denise Garrett, vicepresidenta del Instituto Sabin, una organización internacional que promueve la inmunización a nivel global.
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