Si la radio hablara

Por Fernando Calderón España.

Si la radio hablara.
La radio ha sido el escenario de la mente por dónde más historias han pasado.
Desde imaginarias, hasta reales.

La radio, como concepto electrónico, hace rato ha estado en la nube. Esa que ahora es tan famosa, como invisible.

En la radio se han alojado, como en todo oficio, desde el desenfreno humano, hasta la templanza, una cualidad que hoy se reclama, desde la Roma eterna.

Desde el periodista, el locutor o el control borracho (quise evitar el eufemismo, bohemio) y vicioso, pasando por el tramposo, el habilidoso y el vivaracho, hasta el estricto, responsable, inteligente, exigente, ecléctico y solidario.

Es un medio, al fin y al cabo. Y el medio tiene, pegados, los extremos.

En la radio hay inventores de palabras, frases bonitas que resumen horas de emisión, versería sin poesía o rimas pomposas con la que se vende a sí misma.

La radio es alardear, sin ser visto, es un escondite al que llega todo el mundo, es furtividad no pecaminosa, es camuflaje para ser visto.

Amé hacer radio hasta cuando murió la pasión.

De tanto amarla me quedó la costumbre.

Hoy, la prefiero aún, sólo con el oído.

No presumo de haberle aportado nada, pero ella si me dio mucho. Comí, vestí y hasta dormí en la radio y por la radio. ¿Quién no ha pasado la agresividad feliz de una ebriedad excesiva, en una cabina de radio?

Si no lo ha hecho, no ha estado en la radio.

La radio es de esos encantos terrenales que lo pone a uno en el aire, sin dejar de tocar el suelo.

Hoy, todos esos recuerdos de radio, me pasan por los oídos. Todavía no se han ido.

Si la radio hablara.

Qué ironía, la radio por donde pasa tanta habladuría, no puede hablar, hay que ponerla a hablar.

La radio es la forma de ganarse la vida, hablando de la vida, viendo pasar la vida, acaso sin acabar con la vida.

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