Por Fernando José Calderón España
El Tiempo de hoy trae tres temas, en su primera página, que hemos tratado en textos de opinión en este mismo medio.
La inflación: Demanda creciente frente a la oferta disminuida. Es que la cacareada vocación agrícola de Colombia ha quedado de lado y, desde hace muchos años, el abandono del campo por parte de los gobiernos ha producido un éxodo campesino hacia las ciudades, engrosando los niveles de pobreza urbanos. “Mientras hace 50 años el 70 por ciento de los colombianos vivía en áreas rurales, hoy solamente queda el 27 por ciento”, decía el mismo periódico El Tiempo en 1999. (23 de septiembre de 1999)
No hay producción en el campo, porque todos quieren “progresar” y meterse, incluso, a la politica porque “allí es en donde está la plata”. Lo de la demanda, también, lo analiza Caballero Argaez en una columna de ayer en el mismo periódico.
El titular de la reconciliación. La iglesia, representada por el arzobispo de Bogotá, tiene razón. Si seguimos hablando de odio, en donde A habla del odio de B, y B del odio del A, estamos perdidos. Aquí no nos odiamos, creo yo. Pero la retórica del odio, se repite tanto que un periodo de violencia generalizada no está lejos.
Por último, los nuevos colombianos no se están formando como debería ser. Si el 68,18% de las madres solo tienen bachillerato y el 50% son menores de 24 años, no hay fortaleza en una crianza que comienza en la familia. Y en esos futuros ciudadanos va a haber falencias. Me dirán que hace 60 años era así. Si, pero las condiciones de la sociedad no exigían sino el bachillerato. Hoy, los requisitos de la sociedad para su misma conducción son tales que los colombianos necesitan, mínimo, un pregrado para ser considerados medianamente educados e instruidos.
Tres temas de los que depende mucho el futuro de los colombianos que tienen hoy entre 0 y 18 años.
Que los candidatos, ensimismados y extasiados más en cómo se van a gastar el presupuesto, en cómo repartir la burocracia interna y externa (diplomacia) y en cómo obtener las comisiones por cada ejercicio contable se les midan a hablar de esto:
Una Colombia agrícola industrializada que permita el autoabastecimiento y sea despensa para la región y el mundo.
Una Colombia en donde ni siquiera se hable de odio; en donde la palabra odio quede proscrita y se fomente el perdón es urgente para conjurar la violencia y la agresión.
Una Colombia con madres de mejor nivel educativo para que desde la primera escuela, la familia, forjen el ciudadano del mañana.
¿Será mucho pedir?