Por Eliana Catalina Arteaga C. | 03/07/2021.
Desde 1908 las mujeres han luchado por adquirir derechos que los hombres han tenido durante siglos. A finales del siglo XIX e inicios del siglo XX, se les concedió una pequeña ‘mordida del pastel’ habilitándolas para votar, suponiendo que con eso iba a bastar y aseverando que las mujeres no podían desarrollar labores que eran consideradas exclusivas de los hombres.
Con el pasar de los años, la mujer ha demostrado que es un ser multifacético y que en cualquier campo que le ubiquen se desempeñará de manera adecuada, ganando a pulso un territorio de oportunidades, las cuales se han otorgado a medias; debido a que la remuneración económica en la mayoría de los casos no se ha igualado.
Dichos avances se han visto amenazados con la actual crisis de salubridad, según un informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) “la crisis generada por la pandemia del COVID-19 impactó negativamente en la ocupación y en las condiciones laborales de las mujeres en América Latina y el Caribe, generando un retroceso de más de una década en los avances logrados en materia de participación laboral”.
En un artículo de La República y de acuerdo con la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), la brecha salarial de Colombia es la segunda más alta, teniendo en cuenta que la tasa de participación de mujeres es más baja que la de los hombres, “…aquellas que ocupan puestos de trabajo formales tienden a ser las que tienen mayor nivel educativo y, por consiguiente, un salario más alto. Esto reduce la brecha salarial de género sencillamente porque no se cuenta a muchas mujeres que ya no pertenecen al mercado laboral o que se desempeñan en un empleo informal mal remunerado”.
Pero no solo se habla del trabajo remunerado, pues las labores del hogar, el cuidado de los hijos, hermanos, padres y las cargas académicas, se suman como trabajo no remunerado en un solo lugar; la vivienda, acarreando consigo una mayor carga en la mujer, “son principalmente también las mujeres las que con su disposición están especialmente exigidas en los empleos sociales y de dependencia actualmente», dijo Angela Merkel en marzo de 2021 en el tradicional mensaje que envía a sus compatriotas.
En la encuesta FESCOL-CISOE 2020 se relaciona que el tiempo promedio diario que una mujer dedica al hogar (no remunerado) es de ocho horas, mientras que el hombre dedica en promedio tres horas, al sumar el trabajo pago y las labores de la casa, la mujer ocupa 16:49 horas y el hombre ocupa 12 horas en promedio.