Por: Gustavo Castro Caycedo
Colombia se agrava hoy, cuando ha regresado el incontenible baño de sangre y las masacres que la sacuden en este “septiembre negro”. Por el desbordamiento pasional e irreflexivo de muchos colombianos con ciega sed de venganza, hoy día 9. Por el irresponsable y suicida instigamiento político a arrasar con la Paz soñada por los colombianos, y firmada en el septiembre blanco de 2016, la cual tuvo en sus primeros dos años una clara bonanza de reconciliación y una comprobada y contundente disminución de todas las expresiones violentas. Pero Aquella nos está quedando grande, y pareciera que el gobierno es tan poco consciente de ello, que ignora que su Alto Comisionado de Paz, ya es famoso entre la opinión pública, como: “el alto comisionado de guerra”.
Para completar, a pesar de que el ministro de Salud asegura que: “no estamos tan mal”, la pandemia ha colocado a Colombia, en este septiembre de horror, como el sexto país del mundo entre 204, con más contagios, 686.851 en total. Para dar una idea de esa tragedia, es algo así como si se hubieran infectado todos los habitantes de Cúcuta, Bucaramanga, o Soacha. Ocupamos el 5o lugar con más casos nuevos por día en el mundo; y somos el 11o país con más muertos por el virus, (22.053), equivalente a que se hubieran muerto todos los habitantes de: Chocontá, Aguadas, Moniquirá, Málaga, o Puerto Carreño. Y hay tantos contagiados sin recuperar, (activos) como habitantes tienen: Buga, Duitama, Zipaquirá, Ocaña, o Sogamoso. Por eso no me extraña que dos noticieros politizados, adeptos, (o adictos), al gobierno, no contabilizan en sus resúmenes diarios de la pandemia la alarmante cifra de muertos por coronavirus, y en cambio s realzan la de recuperados, que no está entre las más altas del mundo. Esa información se aprovecha de que los colombianos no están al día en cifras internacionales de coronavirus, y “les meten gato por liebre”.
Escribo esto el 9 de septiembre, al celebrarse el “Día de los derechos humanos”, cuando los medios de comunicación muestran un dantesco espectáculo de violencia y fuego, en un ataque desenfrenado a muchas sedes de la policía, protagonizado por turbas de gente enardecida, irreflexiva y fuera de sí, para vengarse injustamente de toda una institución, por el abominable y cobarde acción perpetrada por apenas un puñado de policías salvajes, indignos de pertenecer a un cuerpo cuya misión es defender la vida de los colombianos.
Yo me pregunto: ¿En este día de los “Derechos humanos”, qué estará sintiendo la familia del Abogado Javier Ordóñez, vilmente torturado con una pistola géiser por esos policías bárbaros, en Mosquera, donde murió?
Ante la previsible reacción de gente enfurecida, cargada de tensión reprimida por el encierro de la prolongada cuarentena, y de saboteadores profesionales, me pregunto:¿Que hicieron los segundos del Director de la policía, (afectado por el COVID), quienes habrían debido declararse en concilio permanente de emergencia para abocar, a tiempo, las acciones conducentes prevenir y evitar la orgía de violencia que recién entrada la noche ilumina y tiñe de terror a muchos sitios de Colombia.
No logro imaginarme que pasará en este día de los “Derechos Humanos”, por la mente de los familiares de los niños, jóvenes y demás víctimas de 55 masacres rebautizadas en forma oportunista, como: “homicidios colectivos”, pues así se atenúa su gravedad para no afectar la imagen que tanto preocupa el presidente, y que paradójica e irónicamente, está siendo “reencauchada”con miles de millones de pesos que le “raponearon” al presupuesto de la Paz.
MASACRES LÍDERES Y DEFENSORES DEL MEDIO AMBIENTE ASESINADOS
En cuanto a las 55 masacres, 12 de ellas han sido perpetradas en 23 días del 2020, a partir del 12 de agosto, y 5 en este “septiembre negro” del país más peligroso del mundo para la vida de los líderes sociales y los defensores del medio ambiente, donde más de 700 de unos y otros, han sido asesinados después de firmada La Paz; al igual que 225 reinsertados que callaron sus fusiles pensando en que lograría rehacer sus vidas.
Y trato de imaginarme qué asaltará la mente de los 180.000 desplazados por las masacres recientes. Y las de los padres y las esposas de los soldados y policías emboscados a mansalva por bandas criminales, narcotraficantes, guerrilleros reincidentes, y miembros del ELN. Y por la cabeza de las víctimas de la desnaturalizada hampa común, venida a más con delincuentes llegados de Venezuela, (producto de la pesadilla madurista), victimarios que con sus crímenes dañan, lesionan y enlutan hogares colombianos, haciendo que se estigmatice a muchos miles de sus pacíficos y desdichados compatriotas.
Señor presidente Duque, a las desgracias colombianas descritas, y a las muchas otras por señalar del sangriento, terrorífico y fatídico “septiembre negro”, no les puede dar más tregua, o si no Colombia se le sale de las manos, a Usted. Es hora de repensar lo que debe hacerse, de acabar con su política de distanciamiento con quienes piensan diferente. A emprender las acciones sociales que restauren la fé de los colombianos, en su gobierno. De concertar un pacto político de unión ante la adversidad, pero honesto, verdadero, decidido, no fingido. De emprender con el ministerio de Defensa y con las cúpulas militar y de Policía, una acción estratégica y una lucha frontal efectiva y eficiente, (pero respetuosa de los derechos humanos), contra los cánceres armados y violentos que asolan al país.
De respetar las decisiones de la justicia en lugar de desconocerlas y debilitarla; de darle ejemplo a los colombianos de respeto a la democracia, como le corresponde; de practicar la convivencia con los distintos a Usted; de no tratar de ridiculizar a sus contradictorias; de respetar los derechos de la oposición, en lugar de menospreciarla y satanizarla; de no matricular como subversivos a quienes critican su gestión; de prescindir de sus funcionarios ineptos y deshonestos, y reemplazarlos por otros con méritos, y no por amistad sin garantías profesionales. De preocuparse menos por fabricar una imagen “cosmética” postiza, a muy alto costo en época de crisis, y más bien de afanarse por reorientar el rumbo perdido, no sea que lo perdamos todo. De liberar a la televisión “apropiada” indebidamente, como nunca lo ha hecho en el mundo ningún gobernante en toda la historia de ese medio de comunicación.
Millones de los colombianos quisiéramos que reflexionara, reaccionara y lograra recomponer lo mal caminado. Usted tiene aún dos años para construir; para dejar de cazar pleitos improductivos, directamente o por delegación a sus funcionarios “incondicionales”; para reconocer sin arrogancia que no es un Dios sino un ser humano, y que por lo tanto comete errores, que no es perfecto, como pretenden mostrarlo.
Ojalá lo haga Señor presidente, por su bien, por el de nuestro país y por el de los colombianos. Tenga presente, no olvide que su paso por la historia, implacable lo juzgará.
Gustavo Castro Caycedo
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