Por qué silba el viento, según la ciencia

POR: PANTALLAZO.COM.CO

El aire es capaz de penetrar por intersticios de ventanas y puertas, haciendo vibrar los objetos que se encuentra a su paso

Uno de los fenómenos atmosféricos menos deseados es el viento, el cual tiene una doble peculiaridad: no se ve, pero sí se oye. Y es que, si nos ponemos ampulosos, podemos decir que el viento es capaz de generar una melodía misteriosa que envuelve nuestro entorno natural, que acaricia nuestros oídos y que nos transporta a lugares remotos, a veces fantasmagóricos.

Los escritores han utilizado diferentes adjetivos para describir el sonido del viento, desde silbante hasta atronador, pasando por estentóreo, martilleante, bronco, rugiente o estruendoso. Esta riqueza lingüística ya nos pone sobre la pista de que el viento genera sonidos muy diversos.

El viento per se carece de sonido, pero cuando se encuentra un objeto en su camino, bien sea un toldo, fisuras en las ventanas o plásticos, se produce una fricción, una perturbación, que se traducirá en un cambio de presión y, a la postre, en una vibración del aire. Es precisamente esta vibración la responsable última del sonido.

No todos los sonidos generados por el viento son iguales, tienen diferentes frecuencias, las cuales guardan una estrecha relación con el tipo de perturbación. En este sentido, la experiencia nos ha demostrado que el viento que franquea montañas o edificios genera un ruido turbulento e irregular, diametralmente opuesto al que se forma cuando atraviesa un campo abierto sin obstáculos, que es más suave y uniforme. Es más, si en su camino se encuentra árboles es posible que estos sean capaces de absorber algunas de las vibraciones del aire, provocando que pueda llegar mucho más lejos y que se escuche como si fuera un lamento.

Los objetos hacen que la corriente de aire se separe momentáneamente para luego volverse a unir. Si el viento es lo suficientemente veloz el fenómeno producirá un ruido extraño que ha sido utilizado por los directores de cine para infundir un clima de terror a algunas escenas.

Dicho de otra forma, es la aleatoriedad natural, la velocidad del aire y la superficie que se interpone en su camino la que hace que el viento de un lado sea más fuerte –más sonoro- que cuando las dos corrientes están unidas.

Otro dato a tener en cuenta es que la forma en la que percibimos el viento también depende de la dirección, si sopla en la nuestra, aumenta la velocidad de las ondas sonoras y percibimos un sonido más fuerte, y a la inversa, si sopla en dirección contraria las ondas sonoras disminuyen y se escucha mucho más suave.

Sus efectos sobre la salud mental

Desde hace tiempo se ha observado que el estado de ánimo de algunas personas e, incluso, la salud mental depende de los cambios meteorológicos. En nuestro país se ha comprobado, por ejemplo, que la tramontana, el viento sur del norte y el siroco están relacionados con una mayor presencia de migrañas, cuadros depresivos, ansiedad e irritabilidad.

Tal es así, que hace ya algún tiempo que se acuñaron dos términos para referirse al maridaje salud y fenómenos atmosféricos: meteorosensibles y biometeorología. La primera hace relación a aquellas personas que experimentan malestar físico y/o mental con los cambios de tiempo, mientras que la biometeorología es la disciplina encargada de estudiar los procesos fisiológicos y patológicos.

En esta línea, investigadores israelíes analizaron los cambios meteorológicos y la incidencia de trastornos mentales en zonas semiáridas. Tras un exhaustivo análisis observaron que en una muestra de más de cuatro mil personas que habían ingresado en el Centro de Salud Mental de la Universidad de Ben-Gurion del Neguev (Israel) existía cierta relación entre este tipo de conductas y la dirección y velocidad del viento.

 

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