Por Maria Alejandra Tangarife Toro | 10/04/2021.
En Colombia, la pesca de atún pone en riesgo la vida de muchas especies marinas, entre ellas, algunas en peligro de extinción. Sobre todo, por la creciente demanda en la última década tanto de atún como de otros peces.
La pesca de atún en Colombia se lleva a cabo en ambos océanos, tanto en el Pacífico como en el Atlántico, predominando, sin embargo, la pesca industrial en el Pacífico. El promedio de consumo de los colombianos de atún al año es de 80 millones de latas.
Por ejemplo, la situación que ocurre en Yuruparí y Malpelo es alarmante. Yuruparí es un Distrito de Manejo Integrado, protegido desde el 2017 por la resolución 1908, en la que el MInisterio de Ambiente y Desarrollo Sostenible reserva y delimita esa área. Según dicha resolución el objetivo es “aprovechar de forma sostenible y responsable las poblaciones de especies transzonales, altamente migratorias, demersales y otras con potencial pesquero”.
Mientras que el Santuario de Fauna y Flora Malpelo ha sido administrado desde 1995 por el Sistema Nacional de Parques Naturales de Colombia. Allí las actividades de pesca sí están prohibidas bajo toda lupa. Y es que la importancia de Yuruparí y Malpelo radica en las especies en peligro de extinción que los habitan, como por ejemplo el tiburón martillo. Por lo tanto, no es consecuente ni preventivo que en Malpelo esté prohibida la pesca, pero contiguamente en Yuruparí se den ciertas concesiones. El tránsito de las especies por dicha área es libre, por eso, se expone la vida y conservación de estos.
Entonces, el hecho de que embarcaciones de la organización Van Camps hayan sido registradas ingresando a estas zonas enciende las alarmas, según datos de Global Fishing Watch, quienes se encargan de mostrar el comportamiento de la pesca a nivel global.
Cabe resaltar otro antecedente importante en la pesca de atún en Colombia; hasta el 2019 Colombia tuvo un embargo de 29 años que Estados Unidos aplicó a las flotas atuneras en general, puesto que esas embarcaciones permanecían en contacto también con delfines y contribuía a la mortalidad de esa especie, según la Cancillería de Colombia.
Como la mayoría de las industrias, en la piscicultura de gran escala se busca superar la meta actual de exportación, puesto que del 100 % de la captura o pesca, el 90 % se queda para el consumo nacional, mientras que el 10 % restante se exporta, y desde hace 2 años este entramado industrial busca incrementar las ganancias pescando más para exportar y vender más.
El reto dentro de ese objetivo, como dentro de muchas otras industrias, es la sostenibilidad, es decir, balancear la rentabilidad con la conservación de la fauna y flora. Y en este caso, los datos demuestran que hay un desbalance.
Lo anterior destaca las fragilidades de la sostenibilidad en la industria atunera y la necesidad de reforzar las medidas legales para conservar las especies marinas que transitan en los océanos del país.