No solo los detalles alimentan una relación, la política es también fundamental

Imagen tomada de Pixabay

Por Jessica Giraldo Quintero | 23/08/2021.
La historia de Sigrib y Erich Krause es uno de los varios casos que existen donde se puede observar cómo la política tiene una gran injerencia en la vida de cualquier ser humano, e incluso, puede cambiar el rumbo de dos personas para siempre.

En 1952, la frontera entre las dos Alemanias estaba abierta solamente en Berlín.

A comienzos de los años 50’s, Sigrib viajó desde Mandermburgo (Que se hallaba en Berlín Oriental) a Osnabrück (Perteneciente al bloque Occidental) donde conoció a su futuro esposo y se quedó.

En 1957, la pareja visitó a la familia de Sigrib y decidieron casarse allí. Enrich era vigilado como occidental por el Ministerio para la Seguridad de Estado (Staci).

En 1961, Erich regresó a Osnabrück, alquiló un apartamento y esperaba que Sigrib llegase a su nuevo hogar, pero esto nunca pasó.

El 13 de agosto de ese año se levantó “El Muro de Berlin”, también conocido como “El Muro de la Vergüenza” por separar a miles de familias en lados opuestos de aquello que alguna vez fue una sola nación.

La Staci (Ministerio para la Seguridad de Estado) interceptada las cartas de Erich, pues era considerado un espía y, a su vez, Sigrib no contaba con un teléfono, rompiendo así todo contacto y generando el divorcio del matrimonio.

El historiador Frank Wolff afirma que no es suficiente con afirmar solamente que esta pareja fue separada por las circunstancias, en ello tuvo mucho que ver la situación política de la Alemania de aquella época, que les impedía salir de los lugares donde estaban para poder reunirse o solicitar una visita, vulnerando así sus Derechos Humanos.

Fue hasta el 9 de noviembre de 1989 que el Muro cayó, permitiendo la libre circulación de los alemanes por todo el territorio.

Sigrib se casó años después y tuvo hijos, pero después de quince años, se separó.

En 1992, treinta años después de su primer matrimonio, Sigrib decide ponerse en contacto con Erich por teléfono, tarea que le fue imposible, por ello decide escribirle una postal. Contra todo pronóstico, Erich viaja a Mademburgo para ver a Sigrib.

Ambos estaban muy felices de reencontrarse, pero el daño que les había causado el estar separados, durante 13 años, tenía sus secuelas y debía recuperarse la confianza y el tiempo perdido.

Finalmente, Sigrib y Erich se casan de nuevo, en el mismo registro civil, pero esta vez el 21 de septiembre de 1992, treinta años después.

La pareja vivió casada durante 8 años hasta la muerte de Erich. Sigrib no volvió a casarse con otra persona y afirma que, para ella, su esposo era una especie de “Superman”.

Por otro lado, en 2017, una pareja se casa tras la apertura temporal del muro fronterizo entre México y Estados Unidos, enviando un fuerte mensaje contra las políticas anti-inmigrantes.

La mexicana Evelya Reyes y el estadounidense Brian Houston decidieron casarse, tras varios meses de relación, en la frontera entre ambos países y de manera simbólica.

Las autoridades estadounidenses abrieron la reja del muro con motivo del Día Universal del Niño, establecido por Naciones Unidas el 20 de noviembre. Esta medida cada año permite algunos encuentros humanitarios entre familias separadas por la frontera.

El matrimonio compartió durante todo el día, pero al día siguiente tuvieron que seguir viéndose a través de las barras del muro, pues ella no posee visa para viajar a Estados Unidos.

Aún cuando muchos ciudadanos insisten en estar alejados de la política, argumentando que “Prefieren vivir una vida más tranquila”, es imposible desconocer el impacto que esta tiene en todas las esferas, tanto económicos como sociales.

Ignorar nuestra responsabilidad como actores activos dentro de las dinámicas que se presentan en una nación, no solo hace evidente el desconocimiento de nuestras obligaciones políticas, sino también nuestra falta de compromiso con un país que necesita mucho más que el pago de impuestos, pues, más allá de ello, es necesario ser votantes y partícipes conscientes de nuestro papel como agentes de cambio.

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