David Blanco Bonilla, Lima, 16 oct (EFE).- Hace cientos de años la cultura Moche se desarrolló en la costa norte de Perú hasta alcanzar un nivel que permite compararla con los famosos mayas, pero ahora las investigaciones arqueológicas revelan que también tuvo mujeres que alcanzaron elevados puestos de mando y jerarquía.
Entre el desierto y el bosque seco norteño peruano, los moche reinaron entre los años 200 y 850 de nuestra era, aunque carecieron de escritura, lo que ha llevado a los investigadores analizar su prodigiosa iconografía y sus fastuosas tumbas para desentrañar su ideología, sus rituales y su vida cotidiana.
Tras varias décadas de estudio, expertos como el arqueólogo peruano Régulo Franco comparan a este reino con los mayas y destacan las notables evidencias que existen sobre el poder religioso y jerárquico que alcanzaron algunas de sus mujeres.
MOCHES Y MAYAS
Franco, quien presentó la semana pasada, de manera virtual, el libro “El arte moche en el antiguo Perú. Simbolismo y poder”, como parte de una actividad científica de la embajada de España en Lima, relató a Efe que desde inicios del siglo pasado ya hubo “un intento de comparación o influencia de los mayas sobre los moche”, a partir de los trabajos del alemán Max Uhle.
El célebre arqueólogo peruano Julio C. Tello replicó ese planteamiento con una teoría sobre un origen cultural autóctono y, posteriormente, la estadounidense Elizabeth Benson encontró similitudes “en cuanto a la tecnología, a la iconografía, en algunos aspectos generales o la cosmovisión” entre moches y mayas.
Franco remarcó que todos estos elementos “son parecidos”, pero “no necesariamente iguales”, aunque subrayó otras notables semejanzas como la construcción de templos piramidales sobrepuestos y las batallas rituales y sacrificios humanos.
SACRIFICIOS Y ESCRITURA
Antes se consideraba que los moche terminaban sus sacrificios humanos con el degollamiento y la decapitación del personaje, pero ahora Franco ha encontrado “evidencias concretas” en su iconografía y en un entierro en el sitio Huaca de la Luna “de la extracción del corazón”, un ritual que también estuvo presente entre los mayas.
A pesar de todas estas coincidencias, existe una notable diferencia entre ambas culturas: los mayas conocieron la escritura y los moche fueron “una sociedad ágrafa”, algo que dificulta la labor de los arqueólogos para “llegar a interpretaciones más profundas”.
Más allá de ello, el arqueólogo aseguró que entre ambas culturas sólo se dieron coincidencias históricas y no hubo una influencia directa de los mayas en la costa norte peruana, que siguió un “desarrollo autóctono, de origen andino”.
MUJERES CON PODER
El descubrimiento de tumbas intactas ha permitido determinar que muchas imágenes de la iconografía moche no son simbólicas o míticas, sino representaciones de hechos reales.
Precisamente, una gran contribución se ha dado al trabajar en contextos cerrados, como las tumbas del famoso Señor de Sipán, un jerarca comparado con el faraón Tutankamón descubierto en 1987 por el arqueólogo Walter Alva, así como de la sacerdotisa de Chornancap, las sacerdotisas de San José de Moro o la Señora de Cao.
Las evidencias arqueológicas señalan el elevado estatus religioso y jerárquico que alcanzaron algunas mujeres moche, un rastro que al parecer llegó hasta las primeras crónicas de la conquista del Perú.
“Se sabía sobre la existencia de las capullanas en el siglo XVI, de mujeres guerreras, de mujeres cacicas, que actuaban como los hombres en esa época, de eso hablan los cronistas, eran mujeres muy poderosas en la costa norte de Perú”, acotó Franco a Efe.
Alejándose en el tiempo, el hallazgo de contextos funerarios de mujeres tan importantes como las sacerdotisas de San José de Moro, un pueblo cercano a la ciudad de Chepén, permitió reconocer ya en 1991 que se trataba del “personaje que aparece en las ceremonias de sacrificio” en la iconografía moche.
Años después, en 2011, se encontró a la sacerdotisa de Chornancap, una localidad cercana a la ciudad de Chiclayo y parte de la cultura Lambayeque, que también era “un personaje de alta jerarquía” pero, según remarcó Franco, “no gobernante, ni soberana”.
Sin embargo, el investigador ya había confirmado el máximo estatus de poder de una mujer moche cuando descubrió, en 2006, la tumba de la Señora de Cao, en el complejo arqueológico El Brujo, al norte de la ciudad de Trujillo.
“La tumba de la Señora de Cao nos dice mucho de la jerarquía de la mujer en el antiguo Perú, ya ella sí tiene los emblemas de poder de cualquier personaje masculino de la época”, detalló.
Entre estos elementos figuran las coronas y un báculo que, según explicó Franco, “era casi una porra dorada que le daba mucho prestigio, fama y poder a esta mujer que estaba, de todas maneras, en la cumbre de la estratificación social” de su tiempo.
Cuando murió, a la Señora de Cao se le preparó “un recinto notable, excepcional” en una de las esquinas del templo mayor, algo que ahora ha permitido reconocer “la trascendencia del personaje”.
UN MATIZ NOTABLE
Durante la presentación del libro de Franco, el catedrático español Andrés Ciudad sostuvo que hay evidencias de que “un porcentaje mínimo” de mujeres de la elite maya “jugó un papel importante en las estructuras del Estado en algunos momentos”, pero la información aún existente “no es homogénea”.
Ciudad, quien es catedrático de la Universidad Complutense de Madrid y especialista en cultura mesoamericana, mencionó el caso de la famosa “Reina Roja”, descubierta en 1994 en Palenque y llamada así por estar impregnada de cinabrio, que “en realidad es más una consorte de un rey (Pakal), que una mujer que ha tenido mando real”.
El experto indicó que, en otros contextos, sí se tiene evidencias de que “las mujeres cumplieron un papel muy importante en las cortes mayas, porque ellas sí pudieron crear dinastías”.
Destacó, además, que el mundo de los moche fue “muy complejo” y que las comparaciones “no solamente son interesantes” para estas culturas, sino también para otras de las que se tiene menos información.
EVIDENCIA DE OTRO TIEMPO
Si bien la Señora de Cao fue enterrada junto con un sacerdote “importantísimo” y un grupo de jóvenes que fueron sacrificados, lo que le da “una mayor connotación al personaje”, Franco pidió no olvidar que se trata “de otro tiempo, de uno totalmente distinto al de ahora, de otro mundo, de otro tipo de cosmovisión”.
En ese contexto, los actuales descubrimientos obligan a repensar muchas visiones que se tenían del pasado, por lo que aún no se puede afirmar que en la costa norte peruana existiera un matriarcado.
“No puedo afirmar, por el momento, sobre la existencia de un matriarcado, porque solamente tenemos una evidencia arqueológica importante, que es la Señora de Cao. Uno no puede pensar en un bosque a partir del hallazgo de un solo árbol”, concluyó. EFE
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