Pepi Cardenete, Madrid, 10 oct (EFE).- Con la ciudad de Madrid y buena parte de la región en estado de alarma por la alta incidencia del coronavirus y sin posibilidad de salir o entrar de la capital excepto por motivos justificados, los madrileños se convirtieron este sábado en turistas en su propia casa aprovechando que, a pesar de todo, las restricciones no son tan duras como las de marzo o abril, en los peores meses de la pandemia en España.
España suma ya 861.112 contagios por coronavirus desde el inicio de la pandemia y 32.929 fallecidos, según los últimos datos oficiales, y esta segunda ola está atacando con especial virulencia a la región de Madrid, que ha visto incrementado el número de infecciones en un 70% desde el pasado julio.
La comunidad autónoma de Madrid tiene una incidencia de la enfermedad de 541 casos por 100.000 habitantes en 14 días, el doble que la media española que es de 258, y sólo ayer acumulaba el 37, 6% de los nuevos contagio notificados en todo España (12.788), de acuerdo con las cifras de las autoridades sanitarias.
Para tratar de frenar la expansión del virus, el Ejecutivo encabezado por el socialista Pedro Sánchez optó finalmente ayer por decretar el estado de alarma en Madrid, después de días de discrepancias y tensión política con el Gobierno regional que preside la conservadora Isabel Díaz-Ayuso.
FIN DE SEMANA FESTIVO, DE PUERTAS PARA ADENTRO
Eso supone que los habitantes de la capital y de los ocho municipios afectados se han quedado de puertas para adentro sin poder elegir otro destino para pasar este fin de semana largo, ya que el lunes es el festivo del 12 de octubre en España, una de las fechas con mayor tránsito de viajeros hacia los lugares de costa o segundas residencias en general y viceversa.
Sin embargo, en este año atípico, en la estación de tren de Atocha hoy la afluencia de viajeros era escasa y primaban los que llegaban con billete de salida de Madrid, sobre todo para regresar a su lugar de residencia habitual o por motivos laborales, dos de los supuestos permitidos para abandonar el confinamiento perimetral marcado por el estado de alarma.
Este último era el caso de Alberto, convocado a una reunión en Alicante (este), para quien la situación actual de Madrid después de unas semanas marcadas por los choques políticos entre el Gobierno central y las autoridades regionales se resume en “mucha política y poca ciencia”.
“Y yo, que soy médico, sé lo que me digo. Poca ciencia: es saber coordinar las medidas correctas que hay que hacer en casos como este. Y peleas entre la Administración central y la autonómica que no vienen a cuento si desde el principio se hubieran hecho bien las cosas”, subraya Alberto a Efe.
En la estación, con presencia de agentes de la Policía Nacional, que piden el billete, el DNI y los justificantes a los viajeros, también hay residentes de otros municipios madrileños no confinados que han seguido adelante con sus planes para estos días festivos.
Más allá de los que se van -y de los que no llegan en este puente sin turistas-, a medida que avanza la mañana los madrileños se han ido lanzado a las calles del centro: parejas jóvenes haciéndose fotos en la plaza Mayor, numerosas familias con niños pequeños y personas mayores solas o en pareja que han revitalizado el centro de Madrid.
Nada que ver, no obstante, con el ir y venir de fines de semana anteriores, afirma a Efe un taxista que constata cierta “espantada” ante los tres días festivos.
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MUSEOS Y BARES
Alicia guarda turno con su pareja para entrar al Museo del Prado. Delante de ellos esperan decenas de personas, síntoma de que esto, dice, “no tiene nada que ver con el confinamiento de marzo”.
“No significa nada más que no podemos salir de Madrid, pero aquí tenemos de todo, o sea que tampoco es que sea un gran sacrificio”, asegura la joven, que cree que las medidas para frenar el COVID todavía “deberían ser más restrictivas”.
Pasado el mediodía, con un tiempo más que agradable en el inicio del otoño, las terrazas de los bares y restaurantes se iban llenando, ya que en el interior el aforo está limitado al 50 % y no se puede consumir en la barra.
A pesar de las restricciones, la asociación de Hostelería Madrid prevé que estos tres días sean buenos para el sector con un incremento hasta de un 25 % respecto a otros fines de semana, dada la imposibilidad de salir de Madrid.
Otros son menos optimistas, como Jesús, propietario de un bar en el céntrico barrio de las Letras. Admite que la obligación de cerrar con antelación -otra de las restricciones del estado de alarma- no le afecta en exceso, aunque sí nota una menor afluencia de gente que antes cenaban allí antes de irse a continuar la fiesta.
Al igual ocurre, en estos días sin turistas, con los hoteles. Lujosos alojamientos del céntrico Paseo del Prado y alrededores tienen las puertas cerradas y las luces apagadas, con notas para el exterior: “Volveremos a abrir en cuanto el escenario actual lo permita.
Agradecemos su compresión y enviamos un mensaje de fuerza y cariño para todos”. EFE
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