Los juegos tradicionales y su resistencia a ser olvidados

Foto de Pixabay

07/03/2021 – Lina Gil.
Las relaciones interpersonales, se han deteriorado con el paso del tiempo; esto en determinada medida, debido al avance exponencial de la tecnología, que se ha convertido en una barrera a nivel social y cultural que impide que las personas establezcan relaciones presenciales y les den mayor importancia a las relaciones virtuales, ofreciendo así experiencias novedosas, pero impidiendo otras. A pesar de esto, los juegos tradicionales han logrado perdurar en la historia y están incrustados en la memoria de la gran mayoría de los colombianos, lo cual permite que éstos retomen, cambien su forma de interactuar y logren fortalecer vínculos entre individuos.

Según Öfele, M.R (1999) en el texto ‘Los juegos tradicionales y sus proyecciones pedagógicas’, “Al hablar de juegos tradicionales nos referimos a aquellos juegos que, desde muchísimo tiempo atrás siguen perdurando, pasando de generación en generación, siendo transmitidos de abuelos a padres y de padres a hijos y así sucesivamente, sufriendo quizás algunos cambios, pero manteniendo su esencia”.

Además, estos juegos se caracterizan por no tener un manual específico ni estar reglamentados oficialmente, no requieren de materiales particularmente costosos, favoreciendo así, la comunicación y la socialización.

Si bien es cierto, en Colombia ya existen juegos tradicionales que se originaron inclusive desde el año 1810, que aún tienen vigencia como ‘El Yermis’, una combinación de juegos como; el béisbol y los bolos. Sin embargo, también existen otros juegos que migraron desde diferentes partes del mundo, donde poco a poco fueron adoptados por los colombianos cambiándolo a su cultura; como por ejemplo ‘La Golosa’, que se originó en España, pero allí es conocido como ‘Rayuela’.

En Colombia se destacan los siguientes juegos tradicionales: Manitos Calientes, Mesú, Chicle Americano, Rejito Quemado, Pulso, Burrito, Gallinita Ciega, Verdad o se Atreve, entre otros; actividades que además han servido como herramienta para la pedagogía infantil, ayudando a desarrollar la motricidad fina, gruesa, así como la interacción y la socialización en su aprendizaje, como lo expresa la pedagoga Luz Emilia Aponte, “Los juegos tradicionales se han convertido en un proceso natural para los niños porque eso lo transmiten los padres aún desde muy pequeños. Aun cuando uno juega con sus hijos practica estas actividades que les ayuda a identificar valores y límites”.  Además, señala que la práctica de estas actividades en la infancia, juega un rol fundamental en el desarrollo de la personalidad de los infantes.

¿Pero qué es lo que hace que estos juegos tradicionales, aunque ya no sean tan populares entre los colombianos dentro de actividades diarias, sigan estando presentes en sus memorias? Esto se debe a que se transmitieron a través de las relaciones interpersonales, lo cual hizo que se fortalecieran y formaran parte de sus historias particulares y colectivas.

De acuerdo con María Morera Castro, Máster en Recreación Universidad Nacional y Universidad de Auburn Costa Rica (2008), en el documento ‘Generación tras generación, se recobran los juegos tradicionales’, explicó que La transmisión de los juegos tradicionales se ha dado de manera oral, generación tras generación. Y puede darse de dos formas: la vertical que se da a través de la familia y la horizontal por medio de la socialización. La familia es el primer lugar de aprendizaje. Por medio de sus diferentes miembros (abuelos, papás, abuelas, mamás o los hermanos y las hermanas) se introduce el entorno y se potencia el juego, a través de estímulos visuales, voces y sonidos. En la relación abuelo(a)-nieto(a) se crea un vínculo de protección, complicidad y de relación transgeneracional de gran importancia para la educación. Ellos y ellas aprenden con la experiencia de un referente vivo, a lo que se le puede llamar una transmisión generacional directa por imitación”.

Los juegos tradicionales sobreviven gracias en parte, a los vínculos emocionales, la imitación y la tradición oral, es decir, de los relatos que logran transmitirse por medio de la palabra, pasando toda la información para que tanto como niños y adultos, puedan ejecutar la actividad, a su vez transmitiéndola a la próxima generación. Todo esto, va ligado a la teoría del aprendizaje social desarrollada por el psicólogo canadiense Bandura, A. (1982) que indica que la enseñanza es mucho más eficaz mediante la observación de otras personas a través de cuatro componentes específicos: “atención, retención, reproducción motora y motivación”.

Los juegos tradicionales son parte de la cultura de una región, son el legado que dejaron nuestros antepasados, que nos invitan a ayudar a construir bases sólidas en nuestras relaciones interpersonales facilitando el autoconocimiento, además contribuye en nuestros procesos de aprendizaje, establece normas sociales para mejorar la salud mental y física.  Los juegos tradicionales, desde el espacio tienen en una memoria colectiva en la población colombiana, y armados con la oralidad, se resisten a ser olvidados.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *