POR JAIME ARTURO MARTÍNEZ SALGADO
1) Durante toda la tarde tuvo en sus manos la agenda donde había guardado el documento que le entregaron en la secretaría de la universidad. No había querido abrirlo pues temía corroborar lo que temía.
Luego de conversar con unos amigos, se despidió y caminó solo hasta las bancas del parque. Allí abrió la agenda, sacó el documento y lo abrió, ahí estaba el resultado de su desempeño académico: REPROBADO.
Ahora debería regresar a la provincia sin el título que había venido a buscar. Su derrota desinflaba la pompa de sueño que sopló junto a su familia, junto a sus amigos y parientes.
Regresar así, no estaba en su proyecto de vida, de modo que tomaría la decisión que desde hacía unos días había concebido: Sería noticia en el periódico de la mañana
Arrugó el papel hasta convertirlo en una bolita y lo disparó con el índice hacia ninguna parte. Se levantó, caminó hasta la puerta, salió y cerró. Sus pasos lo condujeron al mar, a la escollera.
2) Abrió la gaveta de la mesa de la cocina, eligió el cuchillo más puntudo y filoso. Lo sostuvo frente a sus ojos y confirmó su decisión: se lo enterraría pleno, total, hasta la empuñadura.
No había cumplido aún tres meses de haberse casado y esa tarde había descubierto que él tenía una amante. Y aún peor, los había visto juntos, besándose en el parque.
Tomó el cuchillo y lo envolvió en una página de periódico y no se preocupó por darle llave a la puerta. Salió, la esperaba la tarde y el aire caliente del verano
En la esquina de la panadería que está frente al parque, tropezaron. El cuchillo que ella llevaba rodó por el suelo, al igual que la agenda que él llevaba bajo el brazo. Ambos se disculparon al mismo tiempo y por primera vez se miraron a los ojos.
3)
- ¿Qué hubiese sido de nosotros si no nos hubiéramos topado aquella tarde de hace cuarenta y tres años?, le dijo él al oído.
- No estuviéramos bailando este bolero, frente a la escollera. Le contestó ella.
A veces, el azar tiene sus reglas del mismo modo que algunas reglas nacen del azar.
Bonita historia. El amor es salvación
¡Uf! rafiki,¿con quien nos encontamos? ¡con impecable prosa y màs un con escritor de suspenso! ¡Namaste!