Por Fernando Calderón España.
Reducir el congreso en un país de 50.374.000 habitantes es disminuir las posibilidades democráticas.
En cambio, habría que reformar la contraprestación que el Estado hace a sus congresistas y pagarles sueldos de acuerdo con la asistencia activa y permanente a las sesiones legislativas.
El congresista que no va, no cobra.
La pertenencia al órgano legislativo debería ser, en un alto porcentaje, un ejercicio social del ciudadano.
Disminuir el congreso es un paso a la hegemonía que tanto dañó a Colombia. Es un misil contra la democracia.
Además, el congreso y las cortes deben perder elegibilidad.
Para que no haya payasadas electoreras, el fiscal y el contralor deberían llegar con el presidente. Solo el procurador debería ser elegido por el pueblo el mismo día de la elección presidencial. La defensoría debe ser una dependencia de la procuraduría.
Los poderes tienen que alcanzar su máxima independencia para lograr gestiones sin mácula.