Brasilia, 9 oct (EFE).- La inflación en Brasil fue del 0,64 % en septiembre pasado, lo que llevó la tasa acumulada en los primeros nueves meses de 2020 al 1,34 %, con una variación interanual del 3,14 %, según informó este viernes el Gobierno.
El índice registrado en septiembre fue el mayor para ese mes desde 2003 y aceleró en relación a agosto pasado, cuando había sido del 0,24 %, lo que el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE) explicó sobre todo con la presión sufrida por los alimentos, cuyos precios aumentaron un 2,28 % en relación a agosto pasado.
El IBGE subrayó las fuertes variaciones en algunos productos alimenticios, como el aceite de soja y el arroz, cuyos precios han subido, respectivamente, un 27,5 % y el 17,9 % desde enero.
Según las proyecciones de los expertos del mercado financiero y del propio Gobierno, la inflación este año deberá cerrar en torno al 2 %, la mitad de la prevista en enero pasado.
La inflación en Brasil había estado contenida hasta mediados de este año por la fuerte caída del consumo provocada por
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la parálisis casi total de las actividades económicas entre marzo y junio, que fue consecuencia de las medidas de aislamiento social adoptadas frente a la pandemia de coronavirus.
La parálisis provocada por la COVID-19 llevó a algunos bancos y organismos internacionales a proyectar una contracción económica de hasta el 14 % para Brasil este año, pero esas previsiones han sido rebajadas desde hace dos meses, cuando comenzó la retomada.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) fue una de las entidades que revisó esos pronósticos a la baja y esta misma semana consideró que la caída del Producto Interno Bruto (PIB) de Brasil este año será del 5,8 %, aunque el Gobierno del presidente Jair Bolsonaro calcula que el derrumbe será de un 4,7 %.
El Banco Central ha sugerido, para atajar la caída, mantener los elevados estímulos monetarios, fiscales y hasta sociales, que incluyen desde una política de bajos intereses hasta una ampliación de los auxilios a los más pobres.
Sin embargo, esos estímulos caducarán en principio a fin de año y serán revisados por el Gobierno, que ya enfrenta ingentes problemas fiscales agravados por la fuerte caída de la recaudación tributaria, que también fue consecuencia directa de la parálisis económica en los momentos más duros de la pandemia de COVID-19. EFE
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