Bueno, les cuento que en compañía de mis hijos y gracias al gran amigo, escritor y periodista Gustavo Castro Caycedo, hemos tenido el gusto y la oportunidad de conocer parte de la vida y obra de una señora, que es toda una institución y todo un personaje.
Que luego de conocerla la describo como toda una dama, una persona culta, amante del arte, de la cocina y de la buena mesa, guerrera, muy sencilla, honesta, agradable, alegre y quien goza de gran sentido del humor, mejor dicho, se goza la vida.
Ella tiene un parlamento enredado, entre el idioma español, árabe y francés, llena de historias, anécdotas y dichos. Concretamente me refiero a la señora Helen Fares de Libbos, una libanesa de 80 años, exitosa empresaria, madre, abuela y bisabuela, con un desborde de conocimiento, que ha escrito aproximadamente 20 obras donde en su mayoría plasma sus vivencia, que a pesar no ser colombiana, adora a Colombia, ya que lleva más de 50 años viviendo en este país, sobre todo en la región cundiboyacense y sus alrededores, los que permanentemente nombra con muchísimo orgullo a Chiquinquirá, Simijaca y otras poblaciones de esa región.
Tengo la fortuna de tener contacto diario con ella, por lo que cada vez que lo hago, me deja muchas enseñanzas, le he escuchado cantidades de frases, pero hay 4 en especial que me han llamado la atención y se las quiero compartir.
La primera, “yo no vivo en Colombia, Colombia vive en mí”, muy emotiva, ¿no?
La segunda, “La naturaleza me dotó de un carácter alegre y de muy buen humor, lo que me permite reírme de mí misma” tal cual, ahí está ella reflejada.
La tercera; “yo, una mujer inmigrante, tuve el secreto de mi éxito en la vida, rodeándome de personas mejores que yo” buen mensaje.
Por último, la que más repite; “La oración sin caridad, no es oración”. Es muy cierto.
A esta señora le conozco parte de su laborioso y silencioso trabajo que ha desarrollado en beneficio de los más necesitados como; invidentes, ancianos, niños abandonados, madres cabeza de familia y comunidades religiosas.
Ella es muy inquieta y recursiva, tanto que para lograr sus objetivos hace rifas, vende tarjetas, se inventa lo que sea con tal de recaudar fondos y así poder llevar a cabo sus propósitos, con decirles que en este momento tiene alrededor de 127 ahijados, por quienes vela permanentemente.
Ella solamente vive pendiente de hacer el bien y de contribuir con buenas causas.
Aunque sé que ella no está de acuerdo con que yo divulgue su trabajo, pero con esto quiero hacerle un reconocimiento por su inmenso corazón y por su gran labor altruista.
Ella todo lo que hace, lo hace de corazón, cero selfies.
Es un ejemplo para todos, si cada uno de nosotros en lo que está a nuestro alcance, hiciéramos el 0.001% de lo que hace esta señora, este país sería diferente.
Como dice doña Helen. “Una sola mano no aplaude”.
Uniéndonos logramos muchas cosas buenas.
Esto le cuento.
Por Humberto Calderón Devia.