Por: Laila Libbos
Tengo la fortuna de jamás haber odiado a alguien. Está comprobado que nosotros tenemos un rincón de la mente, una especie de aparato transmisor de ondas mentales; por lo tanto, si tú amas, tenlo por seguro, que gozarás de la gran dicha de que al despertar sentirás el aire puro que entra por la ventana, lo que te llenará de satisfacción y energía positiva.
Entonces, disfrutarás, cantarás, tendrás ánimo en el trabajo y más tarde serás recompensado cuando recojas el fruto de lo que sembraste con amor.
Pero al odiar, vivirás atormentado, por lo que no podrás dormir por estar pendiente de ese oculto adversario y permanentemente estarás en busca de ocasionarle el mal.