28/02/2021 – Lina Gil.
“El uso de la fuerza física es uno de los medios del Estado Moderno para mantener la cohesión de la sociedad”. (Wynter, 2015, p. 2).
El artículo publicado por Blanca Consuelo Wynter Sarmiento muestra de manera detallada el surgimiento y la estrategia utilizada por las fuerzas paramilitares en el país hasta consolidarse como una fuerza política. Con este artículo se puede hacer una introducción a uno de los problemas más grandes y a mi juicio sigue siendo un motivo de retroceso para el desarrollo del país: la parapolítica.
Al conocer la estrategia de los paramilitares se logra entender los grandes escándalos como el contrato de Ralito, un pacto secreto firmado en el 2002 que dejó como consecuencia a más de 60 congresistas de la bancada del entonces presidente Álvaro Uribe Vélez, presos por relaciones con paramilitares, algunos ya en libertad.
La parapolítica logró apoderarse de gran parte del territorio colombiano, donde los paramilitares negociaban con los políticos, por ejemplo: Jorge 40, comandante del Bloque Norte del Cesar; repartía el territorio de acuerdo a lo pactado con la clase política, como el caso de Eleonora Pineda quien ganó en Córdoba con más del 80% de votos gracias al apoyo paramilitar.
Las leyes de tierras y la reelección de Álvaro Uribe Vélez fueron las únicas leyes que votaron como bancada ‘parapolítica’, con el fin de legalizar todo el despojo de tierras, ya que, el paramilitarismo tras el desplazamiento de millones de personas se adueñaría de más de 6 millones de hectáreas de tierra perteneciente a los campesinos; estas tierras serían ‘vendidas’ a políticos y empresarios, autodenominados ‘terceros de buena fe’, quienes argumentan que adquirieron dichos terrenos sin saber que habían sido conseguidos de manera ilegal por medio del desplazamiento forzado, razón suficiente para estar en contra de la justicia transicional y el proceso de paz, no es de extrañar la propuesta de M. Fda. Cabal, quien proviene del gremio de los ganaderos, de modificar la restitución de tierras para legalizar todo el despojo de tierras.
Wynter hace un breve contexto de cómo el paramilitarismo logró cambiar el mapa político y productivo del país, además de cómo afectó la propiedad de tierra, en regiones como el Atlántico, el Urabá y el Magdalena medio, donde, miles de campesinos lo perdieron todo.
La investigación que hace Wynter muestra el surgimiento y crecimiento de las fuerzas paramilitares hasta su proceso de paz de 2003 en el mandato de Álvaro Uribe Vélez, sin embargo, el paramilitarismo no termina ahí, ya que, surgen nuevos grupos disidentes paramilitares como las BACRIM, las Águilas Negras o Los Rastrojos, bandas de mercenarios ofrecidos al mejor postor para cometer crímenes a cambio de dinero, varias de estas bandas son las responsables de miles de asesinatos de líderes sociales, además de evidenciar la relación entre clase política, paramilitarismo y violencia política.
El paramilitarismo en Colombia fue un modelo diferente al terrorismo de estado de la dictadura argentina, las autodefensas civiles guatemaltecas o las rondas campesinas peruanas, ya que, el modelo paramilitar colombiano sí entablaba una relación directa con el estado, a pesar de ser económicamente independiente. En la década de los 60’s durante la presidencia de Guillermo León Valencia, abuelo de la actual senadora Paloma Valencia; se logra la legalidad de estructuras paramilitares, así, las Fuerzas Militares de Colombia entrenaban ejércitos privados, la mayoría de veces contratados por ganaderos buscando protección de sus terrenos. Este periodo se extiende hasta comienzos de la década de los 80 ‘s.
En 1980 las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia – Ejército del Pueblo (FARC – EP) se financiaban a través de la extorsión y el soborno, especialmente del secuestro; en este mismo periodo de tiempo aparecía una nueva clase de poder colombiana, los llamados ‘nuevos ricos’. A raíz del secuestro de Martha Nieves Ochoa, hermana de ‘los Hermanos Ochoa’, miembros del Cartel de Medellín, se crea el grupo paramilitar Muerte a Secuestradores (MAS) fundado por Pablo Escobar, para entonces los paramilitares contaban con el apoyo de las Fuerzas Militares, los ganaderos y los narcos colombianos.
Los grupos paramilitares adquieren fuerza en el territorio colombiano y terminaron aliándose con las clases altas y políticas, quienes buscarían de forma violenta acabar con la oposición, este periodo se conoce como la ‘Guerra sucia’; la muerte de Galán, de Pizarro y la muerte de más de 4.000 militantes de la Unión Patriótica (UP), entre ellos líderes sociales de todas las regiones del país. En 1993 muere Pablo Escobar y los paramilitares aún contaban con el apoyo de la clase política.
Al término de la guerra fría el mundo aún seguía en su lucha por ‘exterminar el comunismo’, en Colombia, tras la muerte del capo más importante del narcotráfico, Carlos Castaño, miembro del Cartel de Medellín, terminaría trabajando para el DAS y ‘Los Pepes’ bajo el alias de ‘Alekos’, encargado de asesinar líderes sociales, generalmente de la oposición política y del sector popular; nacen legalmente las CONVIVIR y poco tiempo después las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC).
La creación de las AUC vendría con una oleada de masacres y violencia para el país, más de 8 millones de desplazados, 1.000 masacres y más de 8.000 asesinatos dejaría lo que se conoce como ‘la verdadera guerra en Colombia’; La ofensiva paramilitar y la respuesta violenta de las FARC marcaría una mancha de sangre en la historia colombiana con el dolor y la muerte de millones de civiles.
Fuentes:
https://revistas.cun.edu.co/index.php/negonotas/article/view/340
https://www.iniseg.es/blog/seguridad/cartel-de-medellin-su-historia-y-actualidad/