Por Gustavo Castro Caycedo.
Desde hace un tiempo he sido consciente del odioso y grave proceso dictatorial que ha madurado en Colombia.
Pero sin estar buscándolo, viendo en Netflix la serie documental, (que aconsejo), “Cómo se convirtieron en tiranos”, he apreciado con contundencia los “patrones” de lo que pensaba, y sobre lo que ya había escrito con sustentadas consideraciones.
Solo que el contenido argumental de Netflix lo sintetiza y explica de manera clara, casi elemental y contundente, a través de protagonistas de historias cuyo patrón repetitivo es el mesianismo a través del tiempo y en múltiples naciones como: Italia, Alemania, Irak, Rusia, Libia, Corea del Norte, y más cerca, en Venezuela o Nicaragua.
En uno y otros casos, la fórmula se repite. ¿Qué tan cerca a estos está el caso de Colombia?
Resulta prudente revisar lo que dice la excelente serie documental política de Netflix, y reflexionar sobre el “juego del poder absoluto”, basado en:
1. Conquistar el poder
2. Acabar con los rivales con calumnias, infundios, mentiras, o como sea.
3. Gobernar mediante el miedo; y para someter a la población, sembrar el temor, el sobresalto, el pánico y el terror con enemigos reales o imaginarios.
4. Controlar la verdad, utilizando la propaganda en los medios, la mentira, la desinformación y la censura. Como la que hoy, en la Feria del Libro de Madrid, desdibuja la democracia.
No falta que desconocedores de la cultura, las letras, la libertad y la independencia universal de los escritores, digan que ir contra estas prácticas tiránicas, revanchistas y antidemocráticas, es “antipatriotismo”. ¡Qué tal!
5. Crear una sociedad nueva reprimiendo las libertades civiles.
6. Autoproclamándose como una especie de “Dioses” soberbios e infalibles que hasta desdeñan y se burlan de los dictados de los máximos árbitros de la justicia nacional e internacional, con la anuencia de sus funcionarios, de congresistas y de políticos aduladores y oportunistas con trueque “de mermelada” (Esto lo agrego yo).
Ya se escuchan voces populares pidiendo la aparición de un nuevo “Bukele” colombiano que de darse haría un papel de tirano “anti tirano” pero hacia la derecha.
“La opinión pendular” decía Álvaro Gómez.
Los puntos expuestos se refieren, sí, a enmarcar las características de la tiranía y al comportamiento de los tiranos. Sin embargo, la tiranía no puede considerarse como una forma de gobierno dentro de la ciencia política pues los tiranos son siempre apoyados y sostenidos por potencias “extrañas” e intereses ocultos. En Colombia impera otro sistema cuyo fundamento teórico no es el caso exponerlo en este spacio hoy aquí.
Menos mal que la declaración no la hizo la canciller, porque quién sabe con qué estupidez peor hubiera salido.
Pero esas salidas son típicas de este nefasto gobierno.