La siguiente es una reflexión y opinión personal sobre las posibles consecuencias adaptativas individuales de las discrepancias culturales sobre la concepción del impulso afectivo y de la instrucción ejemplificando en el contexto reciente de crianza materna latinoamericana.
El proceso evolutivo dotó a algunas especies y especialmente a las de la clase de los mamíferos del impulso afectivo, una adaptación necesaria para garantizar el cuidado y protección de unas crías inicialmente y hasta cierto punto de su desarrollo incapaces de valerse por sí mismas en las condiciones de su entorno. El afecto, causado en la relación de crianza por el establecimiento de un vínculo amoroso hormonal entre, inicial y principalmente, la madre y sus bebés, permitió no solo garantizar el cuidado, protección y mantenimiento de las crías en un sentido conservativo y reproductivo, sino la adquisición progresiva y guiada de habilidades y comportamientos esenciales para la sobrevivencia de los individuos y la especies a través del acto de instrucción durante el proceso de aprendizaje.
La instrucción es un fenómeno presente en las especies con afecto, puesto que no sería posible llevarla a cabo sin la presencia de un individuo dispuesto a enseñar. Para que exista tal disposición debe existir primero el interés, y este interés en este contexto es causado por el sentimiento de amor entre un individuo y su descendencia. La instrucción y el consecuente aprendizaje potencializaron progresivamente las habilidades y capacidades cognitivas de las especies con afecto. De ahí que las especies de mamíferos y de aves encabecen las listas de los animales con mayor inteligencia.
Como es de esperarse, la expresión de estos comportamientos y procesos naturales encontraron maneras de ejecución particulares y propias de los contextos sociales y culturales humanos. Estas maneras se perpetuaron y heredaron generacionalmente de forma casi arquetípica al mismo tiempo de que eran expuestas a posibles moldeamientos por los individuos gracias a los procesos de aprendizaje o quizá en ocasiones a eventos circunstanciales individuales o colectivos.
De la diversidad de contextos, dinámicas y evoluciones de las distintas agrupaciones humanas surge por tanto la diversidad de maneras de expresar e incluso de concebir y conceptuar el afecto y el sentimiento de amor. Es posible pensar entonces que la expresión del afecto en el ser humano está ligada a las diversas concepciones específicas y particulares sobre el significado del sentimiento de amor y de sus implicaciones comportamentales consecuentes para con el ser querido, influyendo esto directa o indirectamente en las maneras y/o los objetivos concebidos de la instrucción parental.
Es por tanto posible que ante tanta diversidad de contextos, concepciones y dinámicas de moldeamiento de los actos de instrucción hayan surgido en algún momento algunos patrones de expresión cultural con la capacidad de contravenir en la practica el objetivo evolutivo y primitivo de lograr una capacitación plena del individuo a través de la instrucción y el aprendizaje para enfrentar las posibles y las no siempre benignas circunstancias del entorno o de la vida. Es aquí cuando pueden surgir discrepancias o “malentendidos” cognitivos culturales.
Esta posibilidad puede ejemplificarse cuando se analizan algunos elementos de los ambientes parentales de crianza sobreprotectora. Se trata de contextos en los que la disposición de expresar el afecto a través de una manera de instrucción ligada a la búsqueda intensiva y sobre expresada de la evitación o reducción intencionada de la exposición del bebe o el niño a estímulos, situaciones, acciones o ideas que son concebidos como negativos, inapropiados o contraproducentes, desestima o desconoce la capacidades presentes y crecientes de adaptación de los individuos en desarrollo y la necesidad de algunas de estas exposiciones en momentos y circunstancias puntuales para fomentar la estimulación y/o potencialización de mecanismos adaptativos comportamentales y cognitivos puntuales, específicos y esenciales para la consecución del más completo desarrollo natural posible. En otras palabras, se pierden oportunidades de aprendizaje y enseñanza desde la perspectiva evolutiva y adaptativa del individuo.
Un ejemplo coloquial de esto es aquella madre que concibe demostrar su afecto a través de la disposición permanente de servicio y protección a sus seres más queridos: los hijos. Las madres latinas, son especialmente amadas por el alto nivel de entrega y sacrificio del que demuestran ser capaces en la mayoría de ocasiones, especialmente en contextos de pobreza, para proteger a sus hijos y su devenir. Millones de madres en el continente han llevado esto hasta el punto del auto-sacrificio como individuo para garantizar en la mejor medida concebida el mejor desarrollo y alcance de bienestar posible de su descendencia.
A pesar de ser una concepción e incluso una adaptación admirable desde el punto de vista sentimental, social y cultural; y probablemente considerable como evolutivamente adecuada teniendo en cuenta el contexto social mencionado, los amorosos actos de sobreprotección de la madre latina pueden presentar puntuales efectos contraproducentes en el desarrollo adaptativo del individuo bajo al menos un par de determinadas circunstancias.
La primera circunstancia obedece al borramiento o debilitamiento de los límites de protección pertinentes que llegan a limitar el potencial desarrollo del individuo que se busca proteger. Es este aquel hijo que no aprende a realizar labores o asumir actitudes básicas y necesarias de beneficio para con sí mismo o para con los demás por que la presencia, acciones u omisiones de su madre impiden que lo haga en aras de su “bienestar”. Lo que paradójica y lamentablemente se está formando en este caso es un individuo menos capaz de adaptarse a situaciones adversas (prácticas, sociales, cognitivas y hasta sentimentales) de las que su madre en algún momento no lo podrá proteger. Estos serán individuos con mayor riesgo de presentar dificultades en las mencionadas áreas del desarrollo humano.
La segunda circunstancia puede surgir cuando el esfuerzo de la instrucción sobreprotectora no es entendido ni aprovechado por parte del individuo que debería beneficiarse de dichas acciones y actitudes. Paradójicamente esta segunda circunstancia puede ser consecuencia directa de los actos de sobreprotección, que en ocasiones conllevan a problemas de empatía y/o de motivación en los individuos. Consecuencia de ello pueden surgir individuos con tendencias egoístas y egocentristas, algunos incluso con dificultades para mantener el interés por algún objetivo particular.
Expuesto todo lo anterior, considero necesario realizar una invitación para evaluar y reflexionar constante y persistentemente sobre nuestros significados personales del amor, nuestros objetivos y concepciones concretas con respecto a la enseñanza y aprendizaje de nuestros seres queridos. Procuremos ofrecer siempre la instrucción más amorosa y pertinente posible desde el punto de vista afectivo y evolutivo. “Entregarlo todo sin importar que” no siempre será la respuesta más adecuada o conveniente.