Por Dennis Guevara | 14/06/2021.
Una conmemoración al día mundial contra el trabajo infantil desde la voz de las niñas, niños, jóvenes y adolescentes como protagonistas. Ellos son los principales defensores, al ser los más afectados.
– Hola, me llamo Dani y tengo 15 años. Para algunos seré solo una niña, para otros tantos ya toda una señorita. Pero yo digo que simplemente soy una ciudadana demandante.
Hoy me presento públicamente ante ustedes, porque creo es la mejor fecha para exigir sea escuchada mi petición. Hoy, a unos días de celebrarse el día contra el trabajo infantil, un festejo que se realiza desde el 2002, tras su institución por parte de la OIT (Organización Internacional del Trabajo).
Tengo entendido que en ese entonces se expidió dicho día en homenaje al nacimiento de una adolescente igual que yo, llamada Ana Frank. Una chica que padeció la terrible época del dictador Adolf Hitler, falleciendo por su causa al ser una judía. Se supone que este día se consagra con el propósito de proteger los derechos de todos los niños, para que no se vean sometidos a realizar labores forzadas, donde se ejerce violencia infantil.
Ahora bien, mi pregunta es: ¿en verdad actualmente se está velando por nuestros derechos, por nuestra salud mental y física? Tal vez yo no he sufrido de frente esos daños; pero, reiteradas han sido las veces que, saliendo de la escuela, he visto niños ofreciendo dulces y no solo allí, sino en los semáforos y hasta en Transmilenio.
Y todo eso me inquieta demasiado. El tan solo pensar ¿por qué no estudian si se supone la educación aquí en Colombia es pública y gratuita? quizá no lo pueden hacer por tener que trabajar para cuidar de sus familias al no tener dinero, o si por el contrario, los obligan.
Actualmente, tras la pandemia, he visto que muchos de mis compañeros ya no se conectan a clases. El aula, aunque virtual, se siente vacía y al preguntar a la docente tristemente responde: -es por motivos personales-. Todos muy bien sabemos lo que ello quiere decir.
Hace unos días mi amiga, Susana, decidió retirarse para ponerse a trabajar en una panadería, que queda cerca de donde también trabaja un compañero como vendedor de zapatos. Y así como ellos, muchos otros, quienes desearían estar jugando con sus amiguitos.
Yo estoy aquí en este juzgado como representante de todos ellos, quienes no pueden alzar su voz por sí mismos. Muchos son los casos de jóvenes que la ven fácil ingresando al negocio de la venta de drogas o en robos esporádicos. Tratando de obtener un poco de dinero terminan perdiendo su vida, entregándosela a personas que se aprovechan de su inocencia.
Por más hacer, muchos han terminado destinados a institutos como el Bienestar Familiar, aumentando cada día más las cifras que en varias ocasiones no se hacen evidentes en su sistema estadístico DANE, y sin embargo, en este se reflejan datos muy preocupantes.
No somos ignorantes, señores, para que minimicen nuestras peticiones o nos traten como inferiores. Que no contemos con las herramientas ni el apoyo suficiente, es muy diferente.
Finalmente, señores del jurado, lo único que pido es respeto, protección y justicia.
Bueno, con esta pequeña reflexión, quisiera preguntarle señor Iván Duque ¿cuándo piensa ponerle fin a dicha situación? Tengo entendido que usted a comienzos del presente año afirmó que fortalecería la articulación con las Comisarías de Familia, así como unas Políticas Públicas para la Prevención y Erradicación del Trabajo Infantil y Protección Integral al Adolescente Trabajador. Pero lamentablemente ya vamos en junio y nada que se notan los cambios. ¿Qué pasa señor presidente?
En fin, queridos lectores, los invitamos a que ustedes si cumplan lo que nuestro mandatario no pudo, porque como él mismo lo dijo: nuestro compromiso es impedir y seguir disminuyendo ese mal en la sociedad.