Por Fernando Calderón España.
Nos hicimos a una democracia demasiado “demócrata”.
Bien lo dijo Discépolo:
“Hoy resulta que es lo mismo ser derecho que traidor
Ignorante, sabio o chorro, pretencioso o estafador
Todo es igual, nada es mejor
¡Lo mismo un burro que un gran profesor!
No hay aplazaos, qué va a haber, ni escalafón
Los inmorales nos han igualao”.
A las corporaciones públicas, con el prurito de ampliar la representación de la sociedad en concejos, asambleas y congreso llegaron atorrantes que se volvieron reconocidos, gracias a su burda interpretación del periodismo, en una seudo-comunicación que dio origen a un oficio, cuyo nombre impuso el inglés, llamado “influencer”. La palabra tiene que ver con la influencia que alguien adquiere, a través de las redes sociales, en temas varios que, por lo general, son argumentados desde la ignorancia, encubierta de emoción y pasión, y no desde el conocimiento.
Hoy, esos “influencers” han pasado de holgazanes con corneta, a flamantes padres de la patria, sin conocer siquiera para qué fueron elegidos y qué significa la palabra “ley”, esencia de su trabajo. No llegaron al legislativo a hacer leyes, pues no pueden estructurar un proyecto con las condiciones necesarias para que transite, sino a configurar una nueva modalidad de guerrilla con la que habrá, un día de estos, la necesidad de comenzar otro proceso de paz.
Exigíamos democracia. Sí. Pero la generosidad propiciada por el analfabetismo político, supérstite aun, que urgía cambios en nuestra constitución; la que llamo la prostituta del 91, porque engendró la cohabitación y el amancebamiento de los poderes que produjo el éxtasis de la corruptela; empujó a un país, que se mueve más por las verijas que por el telencéfalo, a una narrativa de conspiraciones y conjuras.
Democracia sí, pero con virtud y merecimientos.
“Para Platón y Aristóteles la democracia no era considerada una buena forma de gobierno, ya que por principio era demasiado incluyente y se corría el riesgo de que se opinara y se votara irracionalmente (sin virtud) sobre determinados problemas que requerían conocimiento de causa para ser resueltos.” Tomado de Democracia Griega: Platón y Aristóteles.
Usaquén, febrero de 2024.