Doctores, analistas, politólogos, en enero de este año, comenzando, escribí bajo el seudónimo de Pastor Inocente esto que creo se está cumpliendo:
Por Pastor Inocente.
(Seudónimo de Fernando Calderón E.)
Cuando Vargas Lleras sienta que toda la derecha colombiana le esté rogando para, otra vez, “salvar el país”; se arrodille y le implore porque no habrá nadie más capaz de presidir la “Colombia del mañana”, con “amor de patria” y vencido por la genuflexión de contratistas, correligionarios, lambones y admiradores de los miembros de la nobleza colombiana, dueños de este principado del capitalismo, dirá SI y anunciará en un acto multilacayo que será candidato a la presidencia.
El país se estremecerá por la actitud de Vargas Lleras, mitad noble y mitad plebeyo con fortuna, y se unirá agachado, como los súbditos de Moctezuma, para escuchar las órdenes perentorias de campaña.
Nunca más Colombia volverá a ver una actitud de semejante “amor” y como Rondón, recibirá la bandera para “salvar la patria”.
Imagínense, la patria se viene salvando desde Rondón.
Vargas Lleras, que hubiera preferido ser Lleras Vargas, llegará fresco a la contienda y por la frágil memoria colombiana, volverá a usar paraguas solo para afrontar el cambio climático del lado lluvioso.
Un opositor le gritará y él responderá: “cállese la jeta, marica”. El pueblo lo vitoreará con la frase: “ese es, ese si tiene personalidad y pantalones”.
Con eso bastará para que una al pueblo en un solo voto, en una demostración genuina de la madurez política colombiana que Alberto Casas Santamaría, otro noble venido a menos, ponderará en sus espacios radiales.