Viridiana Álvarez: una alpinista sin traje de novia

MEX5405. CIUDAD DE MÉXICO (MÉXICO), 11/08/2020.- Fotografía cedida este martes, cortesía de Guinness World Records, donde se observa a la montañista mexicana, Viridiana Álvarez, mientras posa en Ciudad de México (México). Meses antes de su boda, la mexicana Viridiana Álvarez renunció a vestirse de novia por tal de irse detrás de un susurro que sí le causó mariposas en el estómago, el llamado de la montaña. EFE/Cortesía Guinness World Records/SOLO USO EDITORIAL

 

Gustavo Borges, Aguascalientes (México), 11 ago (EFE).- Meses antes de su boda, la mexicana Viridiana Álvarez renunció a vestirse de novia con tal de irse detrás de un susurro que sí le causó mariposas en el estómago: la llamada de la montaña.

“Estaba más emocionada por mis botas que por el vestido de novia. Devolví el anillo, renuncié al trabajo y me fui a Manaslu, la octava montaña más alta”, explicó este martes a Efe la joven, reconocida por el libro Guinness de los récords por ser la primera en subir en menos de dos años, con oxígeno, las tres colinas más elevadas del planeta.

Álvarez fue una mujer que hizo todo lo que se esperó de ella hasta los 27 años. A esas alturas descubrió las carreras de distancias largas, corrió los maratones de Las Vegas, Chicago y Ciudad de México y debutó en el triatlón.

En esos deportes sus piernas, su corazón y su voluntad se hicieron fuertes. Así quedó lista para responder al llamado que comenzó a responder en Manaslu, Nepal.

El récord, dado a conocer este martes, consistió en subir oxígeno el Everest, el K-2 y el Kachenjunga. Lo hizo en un año y 364 días, lo cual mejoró por tres días la marca de la coreana Go Mi-Sun, quien completó la proeza en el 2009.

“Alcancé la cima del Everest el 16 de mayo de 2017; fue el antes y el después. En julio de 2018, en el K-2 sentí que la montaña me había elegido, fue la más peligrosa. En el Kanchenyunga hay zonas de riesgo, pero fue una experiencia linda. Hice cima el día de mi cumpleaños”, cuenta.

En los casi dos años, Álvarez encontró nuevos empleos y renunció otra vez para volver a lanzarse al vacío sin red. Fueron tiempos de emociones encontradas; unas veces la calificaron de loca e irresponsable, en otras escapó de la muerte por poco margen.

“Al bajar del Everest, en la cascada de hielo Khumbu (en el extremo oeste de la parte occidental del valle del silencio), hubo un desprendimiento de un bloque del tamaño de un edificio. Acabábamos de pasar por ahí. En el K-2 una roca caída estuvo a punto de destrozarme el rostro; me rozó el casco”, confiesa.

Entiende que la consideren disparada de la realidad porque una persona en sus cabales no deja el trabajo y cambia todo por un sueño casi infantil, sin embargo tiene una explicación de sus actos.

“Se llama pasión y no está relacionado con en el entendimiento. Se me acelera el corazón cuando me hablan de la montaña. Es igual a la emoción de los que cruzan océanos o pintan”, dice.

En sus ascensos encontró personas poco colaboradoras, aunque fueron más las solidarias. Fue respetada por mujeres y por hombres convertidos en cómplices del camino, admirados al ver su fuerza.

“En la montaña todos deben cargar el mismo peso, someterse a la misma temperatura y la misma altimetría. Ahí es donde te ganas el respeto como mujer”, explicó.

Viridiana jamás se propuso implantar marcas. Ella solo quería escalar, pero le avisaron que tenía la marca en sus manos y ahora que completó la proeza, se propone nuevas metas, como subir las 14 montañas de más de 8.000 metros en tiempo récord.

“Llevo cinco porque en el 2018 subí Lhotse, la cuarta más elevada. No tengo idea de en cuánto tiempo completaré las nueve que me faltan”, asevera.

La alpinista cree que la montaña está viva. Por eso habla con ella, aunque con quien más conversa es con su mente, cuando a temperaturas de hasta 40 grados bajo cero arma soliloquios relacionados con la idea de nunca rendirse.

“Viridiana es una muestra de que sí se puede y de que los récords motivan a las personas a reconocer su potencial y a mirar el mundo de una manera diferente”, aseguró Raquel Assis, gestora de los Guinness World Records en América Latina.

La alpinista posa con su certificación de la marca mundial, pero sabe que solo se trata de un alto en el camino. Desde que se negó a vestirse de novia, ella elogió el romance con la montaña y lo vivirá mientras le alcance la salud.

“La felicidad es apreciar lo que tienes. Hago lo que me gusta, en eso consiste mi éxito”, asegura. EFE
gb/sab

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