
Por Maria Alejandra Tangarife Toro | 20/03/2021.
Si en el momento en el que estamos a punto de botar algo a la basura se mira el consumo en retrospectiva, en ocasiones, podríamos rastrear que desde el primer momento de la adquisición aquel objeto ya era basura.
La basura ha sido definida de muchas maneras, pero es interesante traer a colación algunas de ellas. La ambientalista antioqueña Mariana Matija y autora del blog Animal de Isla define basura como “cualquier cosa que nos estorba”. Es decir, todos los artefactos de los que nos queremos deshacer porque no nos sirven, no nos identifican; la basura es una pila de cosas de las que ya no nos tenemos que hacer responsables porque –en el imaginario ciudadano incauto– una vez el camión de la basura se las lleva, estas desaparecen.
Actualmente, el movimiento del zero waste propende por llevar un estilo de vida que genere la menor cantidad de residuos posibles, tanto plásticos de un solo uso, como papel, recursos naturales, residuos orgánicos, entre otros que comprometan un esfuerzo de la naturaleza por desintegrarlos.
Según información de la Superintendencia de Servicios Públicos Domiciliarios, en Colombia hay un incremento exponencial en la cantidad de toneladas de basura producidas cada día. En el 2018 el promedio fue de 30.973 toneladas depositadas cada día en el país. En los últimos 6 años la proyección de esta cifra va en aumento: 425 toneladas más diariamente. Teniendo eso en cuenta, es conveniente que se pongan en conocimiento las alternativas que actualmente se brindan en Colombia para generar menos residuos o aprovechar los que ya están.
Una de ellas son las tiendas de alimentos al granel, donde las personas pueden llevar sus contenedores y comprar la cantidad en gramos que necesitan de cada producto. Esta modalidad permite evitar el uso de plásticos de un solo uso, es decir, los empaques en los que normalmente viene el arroz, el maíz, los fríjoles, el café, los frutos secos, y casi todos los productos de la canasta familiar; pero, además, evita, en muchos casos, el desperdicio de alimentos, al poder escoger la cantidad exacta de los productos desde la compra.
Otra tendencia que va encaminada al zero waste son las tiendas de ropa de segunda mano. A través de procesos de limpieza y restauración se les da una segunda oportunidad a prendas usadas y, con muy buena acogida por los jóvenes, esta se ha convertido en una opción en el mercado sostenible que hace parte de la economía circular.
A lo anterior se pueden agregar otros productos para el cuidado diario como shampoos y desodorantes en barra, cepillos de dientes y brochas de maquillaje de bambú, la copa menstrual, pitillos de acero inoxidable, entre muchas otras opciones que evitan a diario agregar más basura a la que ya carga el planeta Tierra.
Según el especialista en educación ambiental, Jorge Iván Jiménez, el cambio de actitudes en la relación hombre-naturaleza tienen que pasar por la comprensión de nuestra unidad con el resto de la naturaleza, lo que se llama ecosofía; esto con el fin de “enmendar lo que se nos entregó roto o desvinculado del ecosistema que habitamos” y en este sentido, hacer elecciones propias que cuiden el medio ambiente, sin esperar a que se haga desde otros sectores sociales o políticos.