Por: Fahed Almoughawech
Querido interior,
Hoy me sumerjo en el abismo de mis pensamientos, en un diálogo secreto contigo, mi fiel
confidente. La vida, querido interior, es un lienzo complejo y enigmático que pocos se
atreven a explorar en su totalidad. Nosotros, sin embargo, hemos decidido navegar sus
aguas profundas, lejos de las rutas marcadas por las expectativas de los demás.
He aprendido que la confianza en uno mismo es un faro que ilumina nuestro camino. En un
mundo que a menudo busca definirnos con etiquetas y juicios, hemos optado por abrazar
nuestra singularidad y seguir nuestra propia brújula interna. Hemos descubierto que la
aceptación de nuestras imperfecciones es el primer paso hacia la verdadera libertad.
En este diálogo íntimo, quiero celebrar los momentos en los que nos hemos perdido en la
música de la vida, donde cada nota y cada suspiro nos han llenado de alegría y gratitud. A
través de los altibajos, hemos abrazado el misterio de lo desconocido y hemos encontrado
belleza en las sombras.
Querido interior, a medida que avanzamos, recordemos siempre que somos capaces de
forjar nuestro propio destino. No importa cómo los demás vean nuestras elecciones, lo que
importa es que sigamos siendo auténticos con nosotros mismos. En esta danza surreal de
la existencia, abrazamos la verdad de nuestro ser y la compartimos solo con aquel que más
importa: nosotros mismos.
Con satisfacción y gratitud por todo lo que hemos aprendido y descubierto, seguimos
adelante en este viaje extraordinario llamado vida. Mantengamos la confianza, la
autenticidad y la gratitud como nuestros compañeros constantes en este sendero
inexplorado.
Con cariño y complicidad,
Fahed Almoughawech
